Me senté a observar cómo los días pasaban,
pero en su marcha eterna, nada cambiaba.
Me dije a mí misma: solo mira, solo observa,
que en esta vida soy sombra que nadie conserva.
Nadie me quiere, eso me dije en silencio,
¿soy acaso un objeto sin sustancia ni sustento?
¿O tal vez un trapo que usaron y dejaron,
un vestigio roto, olvidado y desechado?
Me senté y observé, buscando en el vacío,
respuestas que calmaran este desvarío.
Pero al final, en el reflejo me encontré,
y supe de golpe que ya no soy yo,
sino algo perdido en, lo que quedó
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