La figura de la bruja en el imaginario colectivo
Personajes pintorescos a la par que tenebrosos, adaptados en infinidad de obras, presentes en distintas culturas. Es innegable que las brujas, junto a figuras como vampiros, licántropos, zombies y fantasmas; ocupan un lugar destacado en el ámbito del terror.
Sin temor a equivocarnos, podemos afirmar que la imagen de la bruja ha ido cambiando con el correr del tiempo, no tan solo en su aspecto fisico; sino también, en su accionar sobre las desgracias de la población. Si pensamos que en la antigüedad se creía que las brujas eran un tema muy serio a tratar y a erradicar, cómo si de plagas se tratarán, no estaríamos errados al decir que en los tiempos que corren, hay algunos pequeños cambios. Esto sucedía sobre todo en aquellos pueblos donde el fanatismo religioso era el lazarillo al cual se apegaban los ciudadanos para darle sentido tanto a lo bueno como a lo malo de su realidad.
Una nueva corriente de pensamiento, ha buscado dar explicaciones a aquellos fenómenos por los cuales los males de la época tenían lugar y cuya única respuesta era el accionar de las brujas. Muchas personas fueron víctimas de juicios leoninos, en la mayoría de casos se trataba de mujeres (aunque también había hombres acusados), que no podían hacer mucho para defenderse ante tales cargos. Es conocido por todos, el mal que podía llegar a causar semejantes acusaciones sobre brujeria a estas personas en esa época, con resultados terribles como la tortura y la muerte. Hay mucho de esto en la película dirigida por Robert Eggers, nos bastan visualizar apenas unos minutos del film para entender cómo funcionaban este tipo de “juicios”, en este caso a una familia entera, llevándola al destierro.
Así nace una bruja
En esta película se relata el origen de una bruja (Thomasin) con lujo de detalle. Este material audiovisual parecería decirnos “de esta manera actúa satanás”; por lo tanto, todo lo que acontece en la hora y media que pasamos viéndolo, es casi una crónica de un reclutamiento a un aquelarre. Parece sostenerse en la premisa clásica esgrimida por Rousseau, que dicta: El ser humano no nace con maldad, es la sociedad la que lo lleva a ello; o dicho de otra manera, ningún ser humano cae a la oscuridad sin que antes la sociedad lo invite a saltar.
Fijémonos en la presencia del macho cabrío (llamado Black Phillip en esta película), animal de la familia. Figura relacionada al culto satánico y al propio demonio, utilizando a los niños como vehículo de sus intenciones, hablándoles, guiandolos. En un artículo anterior sobre la película “cuando acecha la maldad”, hablamos de la relación de lo animal (sobre todo la cabra) y lo diabólico, acá también está presente este elemento, de manera mucho más intensa y clara; cerrando la historia con una secuencia excelente. Llegado el momento, se nos revelara lo más oscuro, el diablo ha estado ahí todo el tiempo y da la última estocada para llevarse consigo un alma que, evidentemente, desea y mucho.
(Cuadro pintado por Francisco de Goya entre 1797 y 1798)
¿Por qué The Witch no es una película más sobre brujas?
Bueno, creo que la respuesta puede estar en lo que caracteriza a las buenas películas, la importancia de The Witch no recae en lo que se cuenta, sino en el cómo se cuenta; más allá que la historia aquí narrada también es trágica y aterradora. Existe otra cuestión que tiene que ver con esa postura ambigua sobre la explicación de los sucesos. Al igual que las narraciones que segun se dice, tuvieron lugar como hechos históricos, aquí se deja siempre una puerta abierta al espectador sobre lo que acontece. Nos preguntamos constantemente si la explicación de los hechos son producto de los poderes de una bruja, o si existe algún punto lógico que se nos está escapando. ¿Acaso no es una buena idea contar una historia desde un punto de vista confuso sobre hechos históricos que todavía son oscuros?
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Tal como mencionamos al principio, esa ambigüedad histórica se refleja en esta película de la mejor manera posible, con escenas que acumulan tensión constantemente y una resolución para sacarse el sombrero (puntiagudo y de ala ancha). Por supuesto que además de lo antes dicho, hay planos que se nos quedarán tatuados en la memoria.
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Para casi el final de la película estamos ante una mujer apartada de la sociedad, culpada por sus propios padres de la tragedia que le ha tocado vivir a la familia, sóla, debilitada, prácticamente condenada a muerte; ya no tiene a nadie ni a nada a quien acudir. Thomasin entiende que ha sido marcada por Satanás desde hace tiempo, su belleza y su juventud atraen al mal como la miel a las moscas.
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Es el propio Lucifer quien la acorrala y la lleva, finalmente, a realizar un pacto fáustico con el fin de sumarla a su séquito.
The Witch es de esas películas que se prestan para que, habilidosos youtubers del marketing, intenten vendernos la “explicación” adecuada de lo que acabamos de ver. ¿Por qué nos privamos de elucubrar con nuestra propia imaginación los hechos? ¿Por qué subestimar el escalofrío de la tensión que nos generan las escenas tenebrosas que nos muestran ante una explicación final coherente? ¿Por qué no dejarnos llevar por el camino de la incertidumbre y la desesperación que nos está proponiendo Eggers? En lo personal creo que es interesante pensar que el mal está ahí presente de manera constante, el diablo está ejecutando su plan a la perfección y ha decidido seguir de cerca a la protagonista.
Recuerdo que la mayoría de críticas negativas hacia esta película, hacían hincapié en el ritmo lento y pausado que presentaba, pero sobre todo a la falta de terror. Tal vez no advirtieron que se trataba de otra forma de hacer películas, otra manera de contar una historia, una “nueva forma” de ver el género de terror, abriendo la puerta no tanto al miedo ( y sobre todo al miedo efectista) sino también a sensaciones como la incomodidad, la tensión, la desesperación e impotencia ante el triunfo del mal.
¿Qué quieres? ¿Quieres probar el sabor de la mantequilla? ¿Un vestido bonito? ¿Quieres vivir deliciosamente? ¿Quieres ver el mundo?
Lucifer tentando a Thomasin al final de la película
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Esteban A. Nieva
Al final de la palabra siempre esta el sentimiento, curiosamente es lo primero que percibe el otro; aquello que le llama la atención.
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