Tal vez no solo te quiero. Tal vez tengo un sueño utópico. Nótese cómo el español admite el verbo <<tengo>> antes que un <<quiero>>, como si ya me perteneciera, como si lo tuviera aquí, ahora, conmigo <<tengo>> un sueño. Los sueños me pertenecen y yo a ellos.
En este sueño, puedo ser completamente honesta con alguien, acoge por completo las costras, los secretos, los pecados, la oscuridad que guardo, las heridas que tendré, que tuve, que engendraré, porque no soy perfecta y no puedo prometer perfección.
Prometo lealtad, la espiritual, de la que no entiende de protocolos virtuales ni urgencias terrestres. Prometo estar a su servicio en lo que me resta de esta vida y las otras también. Prometo espacio para ser, para estar, para crecer, para nadar, para tender puentes a su alrededor.
Prometo compartirme porque eso es el amor, reconocer al otrx en ti y viceversa. Prometo entregar lo que mi corazón impulse a entregar por inercia, por el mero sentido del verbo, por placer, porque sí.
Prometo intentarlo por siempre, porque si en esta vida te quedas, nunca más tendré mi casa en otro lugar, prometo quedarme, a pesar de, en contra de, incluso si, aun cuando, a través de.
Prometo tener la vista puesta en esta vida, no sufrir mientras pueda impedirlo, no quiero perderme más de lo que me rodea, incluso si todo parece demasiado para mí.
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