Entre las nubes de un caluroso día se gestó un artefacto magnético extraño el cual bajó del cielo hacia tierras de baja california en el desierto cerca de un pueblo de prostitutas y conflictos de revólveres cargados con balas de último calibre. Allí, descubierto el extraño objeto de forma cilíndrica, un mendigo llamado Shaka proveniente de las altas cumbres del parnaso ha encontrado una fuente desconocida de poder para toda la gente del pueblo. Acudió al alguacil para informarle del objeto cuya procedencia era desconocida, Shaka estaba desconcertado ya que la rara forma del mismo le llamaba mucho la atención por lo que toda la ciudad se alarmó creyendo que corría peligro su vida, o al menos la ignorancia eso hacía creer.
Todos los presentes se reunieron alrededor del cilindro y el alguacil valeroso se acercó y lo tocó. El olor que desprendía y su textura asemejaban a la carne humana por lo que la gente comenzó a tener miedo, algunos exclamaron que el carnicero del pueblo había creado semejante cosa, otros simplemente rezaron para que la carne no fuera de personas mutiladas, pero el alguacil fue más intrépido que ellos, dijo que llevaría el objeto a un científico que le haría un análisis exhaustivo tres condados al sur, donde podrían encontrar la procedencia del artefacto y así despejar las dudas. El color grisáceo, el peso de unos doscientos kilos, y el lugar donde estaba eran la fuente de todas las dudas de los hombres y mujeres del pueblo, sólo pensaban que había sido traído al mundo albergando presagios de venganza o malos augurios. Muchos retrocedieron, muchos gritaron, y muchos temieron por la vida del alguacil cuando lo vieron acercarse a él y tocarlo con su guante de la mano izquierda, sosteniendo su carabina revólver con la otra mano. Desearon que nunca hubiera aparecido allí.
Pronto una carreta fue acercada al objeto con dos caballos mustang que la llevaban, el raro objeto fue puesto en la misma, y una vez levantado y apoyado en ella la gran mayoría se alegró de que el objeto fuera puesto lejos de sus hogares, lejos de sus familias e hijos e hijas.
El alguacil sería el encargado de llevar el objeto a lo largo de trescientos kilómetros al laboratorio de uno de los científicos más aclamados del continente llamado Jules. Uno de los guardias de la cárcel del pueblo lo acompañaría junto con Shaka, quien guardaba en secreto cómo había visto tocar tierra al extraño artefacto el cual giraba de derecha a izquierda mientras volaba suavemente hasta el suelo.
La carreta avanzó tan pronto como cesó el día, dos horas después del objeto tocar tierra, los tres hombres de edad avanzada, unos treinta el alguacil, unos tres más el guardia junto a sus dos Colt atadas en el cinturón y doce más el viejo Shaka desprotegido totalmente pero sumamente cuerdo irían durante toda la noche a tocar puerto en un pueblo llamado Comondú, mientras uno de ellos montaba guardia el otro dormía y el tercero guiaba a los caballos. Shaka fue el primero en dormir mientras el móvil surcaba el desierto. El calor de la noche hacía beber mucho whiskey a los enviados por lo que pronto se emborracharon, el sombrero azul oscuro del alguacil era imperceptible junto a su traje, el guardia barbudo y de ojos claros fue el último en dormir ya que era su deber proteger a los dos restantes. El alguacil durmió cuatro horas y el guardia dos. Al llegar a Comondú se sirvieron de la hospitalidad del Sheriff, les dieron preciadas municiones y buenas noticias. El científico vivía aún en Los Cabos y allí tenía su laboratorio, pero les advirtieron que en el camino, sólo con suerte, esquivarían a los forajidos.
El sendero estaba inacabado, sin embargo seguían las estrellas, más precisamente la constelación de la cruz del sur, pero aún era mediodía y seguirían su camino ni bien el sol llegase al dar las sombras exactamente debajo de ellos. Con pocos recursos cruzarían el desierto hasta llegar a Loreto donde el agua corre en borbotones, pero antes sin indicio alguno los esperaban forajidos que habían escuchado la noticia sobre el artefacto. Luego de unas prominentes dunas fue atacada la carroza. Dos encapuchados dispararon desde lejos pero el guardia estaba atento y logró matarlos a los dos de un solo tiro. Luego un forajido de tez negra intentó subir a la carroza y a los golpes luchó contra Shaka quien con fuerza lo empujó al suelo cayendo sobre una roca y partiéndole el cráneo en dos. Finalmente el jefe de los forajidos apareció delante de la carroza y amenazó con disparar con su carabina revólver, dijo estar apuntándole al alguacil en la frente y éste sin pensarlo dos veces se arrojó al suelo mientras sacaba su arma y le atinaba a una de las rodillas del hombre, éste cayó sobre su pierna izquierda pero no dejó de disparar al aire mientras el alguacil caía. Por último el guardia con destreza le atinó una bala en la frente y le hizo volar los sesos por el aire. El hombre cayó sin vida delante de la carroza. Luego de tremenda batalla, los tres hombres miraron al cielo contemplando como caía el sol por el horizonte y cuestionandose si tan extraño artefacto valía sus vidas.
Continuaron viajando durante días y noches hasta llegar a Los Cabos, allí nadie conocía a Jules, por lo que pronto sus esfuerzos por encontrarlo fueron en vano, pero al entrar al bar del pueblo y preguntarle a todo el mundo, un anciano decrépito les hizo señas para que le acompañasen. Yo puedo llevarlos con mi amigo Jules, pero es un secreto — Dijo el anciano — . Deberán estar listos al anochecer y nos encontraremos a la salida del pueblo. Es un lugar alejado de la sociedad, y deben tenerle mucho respeto al hombre aunque no parezca cuerdo, deben saber que él no es de nuestro tiempo, si no lo respetan no los ayudará. Fue entonces que los tres hombres decidieron comer algo y tomar un pequeño descanso en un burdel con mujeres guapas. Al anochecer se encontraron con el viejo, quien subió a la carroza y guió a los hombres hacia el laboratorio del científico junto con el artefacto cubierto en una manta de algodón algo gastada por el tiempo y la tierra del desierto. Antes de ingresar al laboratorio les pidió que dejaran sus botas y miraran sus pies, puesto que los ojos, al observarlos, limpiarían el camino que habían dejado atrás, y luego el científico abriría la puerta.
El artefacto fue analizado por el científico de arriba a abajo, quien les pidió que lo desmontaran de la carroza y le quitaran el velo. “Es imposible! - Exclamó el científico - Todos estos años buscando y justo hoy me traen lo que más ansiaba de mi vida. Debo decirles que les agradezco el hecho de haber traído a mí el aparato más magnífico que jamás existirá en la tierra, debo admitir que nunca podría haber hecho un trabajo semejante. Ahora les pido que se marchen.” Los tres hombres que había llevado el anciano se miraron confusos, no entendían por qué Jules estaba tan eufórico, y sin una explicación no se irían a ninguna parte. “El artefacto que tienen aquí es parte de una nave que construyeron personas del futuro con la energía de quienes murieron en el pasado. No lo podrían haber hecho sin nosotros, y nosotros no existiríamos de no ser por esto. Esto que tenemos aquí nos devolverá la vida que hemos perdido en el tiempo que la humanidad existe. Por fin seremos libres!” - Dijo el científico. Los hombres no entendían, ¿Quienes lo habían construído? ¿Por qué? ¿Con qué fin? ¿Y por qué somos libres? ¿Libres de qué?. Todas esas preguntas parecían sin sentido, sin embargo el científico les respondió todas y cada una de ellas. Cuando hubo terminado, los hombres comprendieron el sentido, encontraron sentido, y finalmente, decidieron mantenerlo en secreto. Nadie debía saber qué era aquél artefacto llegado del cielo y hecho con carne humana. Nadie en el mundo podía enterarse de qué significaba tremendo hallazgo, así que inventaron una historia, dirían que los indios habían hecho un sacrificio ritual y habían despedazado hombres, mujeres y niños para celebrar la existencia de la naturaleza hacia el dios del tiempo.
Los tres hombres volverían al pueblo de donde habían salido, y al salir del lugar donde habían pasado la noche, donde el científico, ninguno de ellos miró hacia atrás jamás. Cuando regresaron, la gente había olvidado por completo la travesía que ellos habían hecho, y no recordaban al objeto misterioso, por lo que nadie les preguntó nada, y volvieron a sus vidas normales.
Jules, por su lado, había vuelto a su tiempo de origen. Había estado construyendo una máquina para volver a su vida normal, dos mil años más tarde, y gracias al artefacto la máquina podía funcionar. Solamente había una oportunidad para viajar en el tiempo y el espacio hacia su era, y la única posibilidad de regresar a su tiempo la había aprovechado. Al llegar a casa con sus contemporáneos, regresaría de una travesía en donde había aprendido que la soledad y el trabajo con un fin, le habían dado lo que más deseaba, llegar a donde pertenecía.
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