Me parece que descubrí
que tengo el síndrome de las mil ideas.
Y es que cual colibrí
revoloteo por todas las orquídeas.
Si no es acá es allá,
para cada lugar tengo un propósito.
Se me escapa, ¿dónde estará?
Ya parece apropósito.
Cada vez que siento que me falta poquito
vuelvo a pensar en lo que necesito.
Cambio de un día para otro mis requisitos,
que alguien me diga cuál es mi circuito.
Saber por dónde ir me resultaría exquisito,
pero nunca entendí bien los manuscritos
que me alcanzaron aquellas almas absorbidas por sus ritos.
Me parece que ya me rendí,
mi cabeza ya está que chispea.
Al menos el colibrí
sabe lo que desea.
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