El silencio de la producción latinoamericana

Los países que aceptamos nombrar como Primer Mundo, son quiénes dieron las respuestas a las incógnitas que la población alguna vez se dio. América Latina siguió sus respuestas, sin embargo, hacia 1960, decimos que la Teoría de la Dependencia fue un primer paso para comprender que eso que "hablaba de nosotros", en realidad lo hacía con una parte del mundo, la ubicada hacia el Norte.

La comunicación en la región, no ha logrado satisfacer las demandas de sus habitantes. Se han jactado de predicar la palabra popular, cuando las realidades implican otras cuestiones: América Latina sigue prefiriendo el habla de las derechas y del Primer Mundo. Está realidad fue dilatada por muchísimo tiempo con la premisa de "los de arriba tienen más poder", lo que resulta lógico, sin embargo, no hemos admitido que la disciplina en cuestión no ha logrado la representatividad de sus pueblos. La vida de Latinoamérica ha hermanado la lucha a su identidad, concepto que parece invisble en la comunicación de Abya Yala.

Es muy difícil tomar en serio la prermisa popular, cuando uno de los principales consejos de Ciencias Sociales en América Latina, se financia a través del dictado de cursos, a pagar en dólares, sin contemplar alternativas de moneda.

Considero que uno de los problemas centrales de la región fue considerar apto discutir constantemente el pasado, es decir, esta asignatura ha trasncurrido sus días librando batallas con lo ya sucedido, buscando explicar las diferentes razones por las que estamos aquí, y no ha pensado en el presente, ni en el futuro. Aquí se guarda también, una de las principales armas de las Ciencias Duras: éstas últimas han atacado cuestiones que interfieren en la cotidianidad de las personas. Si bien se sobreentiende que el pasado es el presente, lo sucedido hace años no es algo que preocupe a nuestra población.

Debemos pensar en una comunicación que realmente trate las necesidades de la región, en dónde se observe la realidad y no queden palabras mudas que intentan excusar parte de una inestabalidad propia.