He recordado tu nombre, ¡oh, tan bello nombre! Compuesto por las cuatro letras más hermosas del abecedario: dos consonantes y dos vocales que, al unirse, formaban la palabra que llenó mi vida de sentido. Ese nombre, el tuyo, que alguna vez pronuncié con esperanza y ahora solo resuena en el eco de lo perdido. Su sonido aún vive en mi memoria, como una melodía que se niega a desaparecer.
Podría describir el significado de cada una de las letras que lo conforman, y eso es lo que haré. No para aferrarme al pasado, sino para plasmar en estas palabras todo lo que tu nombre significó en mi vida. Porque aunque ya no estés, hay recuerdos que nunca mueren.
Comenzaré con aquella vocal tan intrépida, la "A". La letra que le daba inicio al sonido más bello que mis oídos escucharon, la puerta de entrada al paraíso que alguna vez compartimos. Representaba la amabilidad que irradiabas con cada mirada, con cada gesto hacia quienes te rodeaban. Incluso cuando la vida te hería, ofrecías consuelo. Esa bondad tuya se quedó impregnada en cada rincón de mi memoria, como un recuerdo imposible de borrar.
Después viene la "V", la letra que representaba tu valentía. Esa valentía silenciosa que nunca proclamabas, pero que estaba ahí, sosteniéndote frente a las adversidades. Desde niña aprendiste a ser fuerte, y esa fortaleza te acompañó toda la vida. La admiraba profundamente. Aún puedo verte sonriendo, incluso en los momentos en que el dolor era demasiado. Esa sonrisa que tantas veces me hizo creer que todo estaba bien... aunque por dentro ambos supiéramos lo contrario.
Luego está la "I", esa letra que hablaba de tu inteligencia y tu imaginación, de esa chispa única que solo tú tenías. Siempre encontrabas maneras de sorprenderme con tus ideas y tus perspectivas. Era como si el mundo, al mirarlo a través de tus ojos, tuviera más colores, más matices. Dicha letra también me habla de lo inimaginable: nunca pensé conocer a alguien como tú. Y ahora, jamás pensé que te perdería, pero aquí estoy, intentando comprender lo que quedó.
Por último, está la "B", la letra que sellaba la melodía de tu nombre. Bondad, belleza, benevolencia, brillantez, bendición. Eras todo eso y más. Cada una de esas cualidades vive en mis recuerdos, aunque ya no pueda verlas ni tocarlas. Eras luz en medio de la oscuridad, y aunque esa luz ya no ilumina mi camino, su resplandor todavía me acompaña en las sombras.
Dicen que todo lo bueno comienza con "A", y ahora entiendo por qué. Tu nombre, tan único e inigualable, era un reflejo de tu esencia. No se repetirá en ninguna otra mujer, porque al igual que tú, fue perfecto. Y la perfección... la perfección no se repite, pero tampoco se olvida.
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Claudio Zambrano
"Espacio de memorias y sentimientos dedicados a la mujer que perdí, donde el amor y la ausencia inspiran cada escrito."
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