Me desvelo cada noche,
esperando tu llamada, tu mensaje,
como si el sonido del teléfono
fuera el último suspiro
que me mantiene con vida.
Sufro en silencio, desesperada,
por atraer tu atención,
por arrancarte un poco de cariño,
un poco de presencia.
Y no es por ser mala,
ni porque ya no te ame…
es porque mi cuerpo
a clama por una dosis de amor,
de tu amor,
como si fuera mi única medicina.
Pero lo único que encuentro
es el silencio interminable
de la noche estrellada,
y de la luna,
esa cómplice lejana
que susurra mi nombre en el viento,
como si supiera
que aquí sigo rota,
esperándote.
Quisiera sentir tus latidos,
apoyar mi rostro en tu pecho,
y confirmar que sigues vivo,
que no eres solo una sombra,
un eco de mis recuerdos.
Pero los ecos me persiguen sin descanso,
gritan en mi cabeza,
me arrastran entre sus paredes frías,
intentando que te olvide,
aunque nunca lo logran.
Es como si viviera dentro
de una cápsula de cristal,
donde nada me toca,
ni siquiera tu recuerdo.
No puedo tocarte,
ni sentirte,
ni pensarte sin dolor.
El fuego arde en mi pecho,
devora mis entrañas,
consume mi cuerpo
hasta dejarlo en cenizas.
Y yo… ingenua,
pensé que era como un ave fénix,
que renacería más fuerte,
más entera,
más libre.
Pero al final entendí
que no todos los cuerpos resucitan,
que algunos incendios
solo dejan ruinas.
Nunca volví a ser la misma,
nunca volví a creer en mí.
Porque en tus ojos
no vi el refugio,
ni la promesa de eternidad.
En tus ojos solo encontré
el reflejo de mi muerte,
y aún así,
me quedé mirándolos…
como si en ellos pudiera revivir.
Paola.z
Recomendados
Hacete socio de quaderno
Apoyá este proyecto independiente y accedé a beneficios exclusivos.
Empieza a escribir hoy en quaderno
Valoramos la calidad, la autenticidad y la diversidad de voces.
Comentarios
No hay comentarios todavía, sé el primero!
Debes iniciar sesión para comentar
Iniciar sesión