algunos dirán que lo primordial es la música,
la decoración auditiva.
para mí, lo primordial es el fuego de la hornalla.
claro, el jazz seduce,
las risas de los más pequeños endulzan,
pero es el fuego lo esencial,
una temperatura balanceada:
no queremos la tibieza,
mucho menos la carbonización.
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la calidez es necesaria.
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igual de importantes son los condimentos,
la escasez o la abundancia son los extremos del caos,
los enemigos del equilibrio:
es ahí donde comienza la afección amorosa.
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no se puede prescindir del tiempo de cocción,
mucho calor también daña.
quedan los rastros de lo que pudo ser en el fondo de la olla,
nadie los quiere, pero desean haberlo saboreado.
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cuando todo esté listo, hay que servir cada plato con cuidado.
hay que mirar cada rostro que ocupa un lugar en la mesa
y agradecer.
hay que enfocarse en las manos de la abuela
y sus gestos,
su expresión de orgullo ante el resultado de su receta,
la que siguió una nieta al pie de la letra.⠀⠀⠀⠀⠀
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hay que disfrutar cada bocado,
aprovechar la sobremesa
y vivir.
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una mesa llena dura pocos años.
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