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Arcángel Well era un elemento de prontos muy tardíos. Eso le supuso una vida de retraso en lo sustancial pero de acomodo procrastinante en lo intrascendente.
Sé de lo que hablo, pues lo conocí como el diablo conoce la maldad, como la abeja conoce su colmena, como un tertuliano conoce a quien se debe.
La vida, así, fue para Arcángel un muestrario de incongruencias multiformes aderezadas con notas discordantes y melodías sentenciosas. Esto, hasta aquel viernes de abril en que tuvo su epifanía de andar por el sembrado.
Miraba Arcángel, obnubilado, el trajín de unas hormigas, afanadas ellas en su hacer cotidiano, excesivo, inhumano, cuando una mosca le hablo al oído:
-Ya está bien de guardar silencio. Di todo lo que has callado durante tanto tiempo. Grita lo que piensas. Explica lo que sientes. Callar es veneno.
Y Arcángel Well se fue a su casa en ese mismo momento, cogió papel y lápiz y se puso a escribir, escribir, escribir...
De su mina nacieron treinta y siete libros: Doce novelas, trece poemarios, diez ensayos filosóficos y dos auto biografías (una hasta el hormiguero y otra tras la revuelta).
Entre los títulos más destacados (labor difícil pues toda su obra es oro molido), señalaremos las novelas 'Mordió sin ganas', 'El lúgubre desencanto' y 'Tercera misión al sueño'. De sus ensayos: 'Epistemología invasiva', 'La duda como elemento sustancial', 'El transfondo sistematico' y, como no, su obra cumbre, 'Parafernalia infinita'.
Sobre las biografías, decir que en la primera 'Parece un requeté', subyace una especie de desprecio auto compasivo, desde la comprensión y el perdón, y, en la segunda, ya más calmado, 'Es mejor morir de pie', se atraviesa a sí mismo con las dagas de un vocabulario afilado con el que deshilacha el mundo que le rodea y lo hace andrajos.
Arcángel fue diana de tantos honores como su rechazo le permitió. Jamás aceptó premio alguno "Basura que sirve a quien lo da para hacerse a sí mismo un caldo gordo. Mentiras llenas de intereses. Nadie merece más que nadie". Así dijo una vez que habló sobre este asunto.
Solo resaltaremos aquí este breve párrafo de su obra "Coroloario inherente':
"Aproximación a la felicidad.
Pensamiento, palabra, obra y omisión, deben ser concordes, y, en sus acordes, componer una melodía sencilla y amable. Bella será.
Aliciente para el despertar.
Ánimo para caminar.
Calma para soñar.
No más".
En la hora de su hora, a sus íntimos les confesó:
"Fue una mosca. Yo solo he sido un copista".
Dejó también escrito el epitafio para su tumba:
'Mañana les cuento'.
Arcángel Well tardó, pero llegó a tiempo.
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