El primer beso es el inicio del canibalismo

Nuestro primer beso fue el inicio del canibalismo, cuando sentí tus labios cerca de los mios solo pude sentir una necesidad de comerte. Soñaba con escucharte jadear mi nombre mientras sacaba tu corazón y verte desde la ternura al no poder soportar tanto amor, y cuando tuviera tu corazón en mis manos lo uniría con el mío.

El hambre duele y tú no me diste nada para mantenerme sobria de deseo; ser saciada sabiendo que ya te había besado hasta sangrar. Quería ver tu sangre inundar la habitación donde hacíamos el amor y beberla. Cariño, me dueles en la piel, en los huesos y en el estómago. Yo más que nadie conozco el hambre de no tenerte.

Ojalá la ansia voraz de llenar tu boca solo con mi nombre se hubiera apoderado de ti al punto de provocar tu muerte por ahogamiento. ¿Puedes entender este hambre que no fuiste capaz de saciar?

Una vez te dije que te sacaría el corazón; en otra ocasión te hablé sobre mi deseo de querer arrancarte la garganta para que solo dijeras mi nombre; que tu voz solo fuera dueña de oraciones que incluyeran mi diminutivo al inicio o al final.

Tu color favorito era el rojo, hubiera cortado cada parte de mi piel hasta desangrarme para que apreciaras lo dichosa que es la vida cuando ves únicamente tu color favorito; más deseoso si los ves en quien amas y lo devoras. Amor, dejaría que cortes cada parte de mi cuerpo que no sea carmesí con una fina navaja para que cause más satisfacción en ti que en mí, para que sientas ese deseo carnal con vigor; y con tus manos desbordándose por el deseo, terminen siendo dueñas de mis entrañas. Entonces cederé a que me comas mientras me das un beso que ponga letra mayúscula a Nuestro Canibalismo, donde el final es mi muerte provocada por ti.

Quiero que me sostengas hasta que las sábanas estén repletas de sangre, acuname con dulces besos y déjame morir desangrada en tus brazos que son capaces de envolverme tal cual grito ahogado.

Eres mi sangre y mi hambre.

Devorame para que sepas cuánto te amo,

Solo ámame y cómeme.