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    EL PRENDEDOR

    Abr 23, 2024

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    EL PRENDEDOR
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    EL PRENDEDOR

    Llevo una vida normal. Soy un hombre de mediana edad, soltero y sin hijos. Tengo una situación acomodada. A la muerte de mi padre -mi mamá se fue antes- heredé su participación en una inmobiliaria a la que siempre desde chico lo acompañé, así que cuando mi viejo faltó, su trabajo se convirtió en el mío. Paso los días atendiendo gente que quiere vender sus propiedades, voy a revisarlas y hago las tasaciones. Mi socio (también lo heredé de mi papá) es un hombre mayor que me hace la vida mucho más fácil, él se encarga de las negociaciones, tratos y ventas, entre los dos llevamos adelante la inmobiliaria. Aún con los vaivenes propios de la economía, nos va muy bien.

    Soy un tipo solo. No tengo parientes, soy hijo único, mis viejos eran hijos únicos y mis abuelos también; un caso raro, pero real. Me crié sin tíos, primos, hermanos ni sobrinos, y al perder mis abuelos y mis viejos, quedé solo.

    En el amor, siempre le huí al compromiso, he tenido momentos buenos y de los otros. Cultivo el bajo perfil y aclaro las cosas de entrada, razón por la cual no tuve relaciones complicadas, se podría decir que todas nacían con fecha de vencimiento, y eso me evitaba problemas y conflictos. Hace un tiempo, estoy de novio con una mujer algo más joven que me quiere mucho, es fanática de Boca Juniors y muy celosa, situación que –aunque parezca extraño- me divierte, ya que es increíble descubrir a los lugares que el pensamiento lleva cuando se parte de un hecho equivocado o inexistente; y además porque en esos momentos dice malas palabras, que me causan mucha gracia porque no son habituales en ella. Cada cual vive en su casa, nos encontramos varios días a almorzar o a cenar y pasamos los fines de semana juntos. La cosa va bien, sinceramente los celos no me molestan porque son infundados; soy de creer que si algo nos enoja –incluidos los celos del otro- es porque tiene algún fundamento, y no es mi caso; ya que los de mi pareja están relacionados con mi trabajo: que viajo mucho, que vuelvo tarde, que estoy siempre en la calle, que atiendo mujeres.., que viudas.., que solteras .., en fin, una ristra de reclamos soeces que duran solo un rato y terminan siempre en risas.

    Que trabajo mucho es cierto y me encanta. De temprano voy a la oficina y de ahí salgo a ver propiedades. Vivir en una ciudad de casi 100.000 habitantes ubicada en el centro de una provincia del interior del país, me tiene todo el día entre el pueblo (un pueblo grande como le decimos), las localidades vecinas y los campos. Temprano, ni bien llego, armo las salidas, muchas veces los interesados en vender me esperan en el lugar a revisar, otras los paso a buscar y en ocasiones los cito en la oficina y salimos en mi auto. Por la tarde salgo pero menos, ya que tengo que armar las tasaciones de las propiedades vistas a la mañana y charlar con mi socio, porque de ahí en adelante todo queda en sus manos. Normalmente llego a casa muy tarde, cayendo en brazos de Morfeo, profundamente hasta el otro día.

    “Aquella mañana al llegar a la oficina, me estaban esperando. Era una mujer muy joven, aunque lucia una ropa singular. Llevaba una pollera larga oscura, una camisa blanca con bolados y una campera de lana negra, con dos botones abrochados. El pelo era lacio y estaba perfectamente peinado, bien tirado para atrás y con una especie de rodete en el cual tenía clavado un peinetón. Nunca me interesó la moda femenina, pero me llamó la atención su vestimenta. Me dijo que se llamaba Mercedes Sorraides, no era de la ciudad y quería que la ayude con la tasación de una casa de campo, que quedaba en el paraje “La Espera” a unos 50 kilómetros. Años recorriendo la zona y jamás había escuchado sobre tal lugar; esto me intrigó de manera tal que me ofrecí a concurrir a revisar la propiedad en aquel mismo momento. Salimos en mi auto. Durante el viaje hablamos poco, solo me indicaba por dónde ir. Fuimos un trecho por la ruta provincial y luego bajamos por caminos de tierra que nunca había recorrido. De reojo la iba mirando, era de tez blanca, labios muy finos y ojos pardos, su expresión era indescifrable. Tenía unos grandes aros circulares. Del lado izquierdo de su campera llevaba un prendedor. Era como una serie entremezclada de ochos con incrustaciones de piedritas que hacían que según el momento que se lo mire pareciera plateado, dorado, negro, verde o azul pero siempre brillante, en el centro dos letras finísimas de oro “MS”. Llegamos al Paraje, pasamos con el auto frente a una vieja estación de trenes, había un boliche en la esquina que estaba abierto y un par de casas desparramadas. Hicimos dos kilómetros más y llegamos. Quedé impactado. Era una construcción palaciega, que se levantaba a unos veinte metros de la tranquera. A su alrededor había una parra gigante y extensa hacia todos lados como nunca había visto. Todo daba la sensación de estar abandonado. La tranquera estaba abierta, al llegar a la mansión –porque eso era- ella sacó de un bolsillo de su pollera una llave muy larga e intentó abrir la puerta, pero no pudo. Le dije que no se hiciera problema, para tasarla realizaría una observación externa de la propiedad, espiando por alguna ventana los detalles de su interior. Mientras realizaba la tarea observé que adentro se encontraba todo impecable, muy limpio y cuidado. Apoyé mis dos manos al vidrio y acerqué la cara para que no me refleje la luz del sol y vi claramente a Mercedes dentro de la propiedad sentada en un sillón tomando un té. Fui hasta la puerta, ya que supuse que la había podido abrir .. sin embargo seguía cerrada. Comencé a golpear para que me abriera pero no me atendió. Desde la calle un paisano de a caballo me gritó con voz finita y caribeña: “no lo van a atender señor, aquí hace años que no vive nadie”. Levanté la mano en señal de haberlo escuchado, y confundido me fui hasta el auto, el paisano a galope tendido iba en dirección al poblado. Miré varias veces para todos lados, pero Mercedes parecía haberse ido o escondido de mí. Sin entender lo que había pasado fui hasta el boliche y me senté a tomar una gaseosa en el mostrador. Pregunté a los parroquianos si conocían a Mercedes y todos comenzaron a reír socarronamente; ya nervioso pedí por favor que no se burlen y me expliquen el por qué de la risa, luego de persignarse uno habló: “mire diga, según se cuenta por aquí, la señorita Mercedes Sorraides –pobrecita- desapareció hace como 70 años cuando tenía 21, luego de haber quedado huérfana. Unos tíos vinieron después a vender la propiedad pero los compradores siempre huyeron espantados porque dicen ver el fantasma de Mercedes. Así quedó la casa abandonada y nadie siquiera se arrima”. Pagué la consumición y salí atontado del lugar, con quién había estado?. Para peor no veía el auto que había estacionado un rato antes enfrente, bajo la sombra de un frondoso árbol. Me preguntaba hacia mis adentros donde habré dejado el auto?. Mire hacia los lados, era un paisaje descampado y silencioso no podía ser que alguien se lo hubiera llevado, tampoco veía el árbol debajo del cual estacioné, me estaba volviendo loco?. Parado en medio de la calle y mirando sin ver, sentí la carrera de un caballo que venía hacia mí. Era el paisano de la voz finita al grito de iiiuuiijijijiuuu, y si no me corro de lugar me pisa. Cuando estaba pasando lo miré. Parecía ser un hombre bajo, pelado, con barba tipo candado de un par de días; su voz particular y su cara me resultaban conocidas. Llevaba un sombrero colgado sobre sus espaldas y un chaleco de cuero. A unos 50 metros hizo girar el caballo y nuevamente lo hizo correr hacia mi. Quedé clavado al piso en medio del camino, pensando donde estará el auto y sin poder moverme. Llegando, casi encima de mí, el caballo se paró sobre sus patas traseras relinchando, caí de espaldas y cuando sentí que las patas delanteras ya me iban a golpear; pude escuchar de cerca el gritito chillón y alcancé a ver muy bien al jinete, en su chaleco bordado decía “Don Serna”. Era “Chicho”, el colombiano, el jugador de fútbol …”

    Me desperté agitado y transpirado. Todavía no eran las 7 de la mañana. Siempre sueño, pero esta vez fue muy real. El corazón latía más rápido que lo normal. En patas y en calzoncillos fui hasta el garaje. El auto estaba allí estacionado, claro … donde iba a estar, si todo había sido un sueño.

    Puse agua a calentar en la pava mientras me di una ducha. Pasé el agua caliente al termo, preparé el mate y me senté en el patio a tomar unos verdes tratando de tranquilizarme. No podía dejar de pensar en el sueño. En verdad lo del auto era recurrente, no era la primera vez que soñaba que lo perdía o que me lo robaban; de Mercedes Sorraides me quedó grabado su nombre, no conocía a nadie que se llamara así, tampoco sabía de un lugar que se llamase La Espera, y Chicho Serna …, ni idea porque se habría cruzado.

    Ese viernes por la mañana –por primera vez en años- decidí no ir a trabajar, apagué el celular y me quedé en mi casa, sin avisar a nadie. Tenía la necesidad de encontrar una explicación a ese sueño tan raro.

    Después de un rato, volví a calentar el agua, arreglé el mate y me senté frente a la computadora …. tal vez la web me pudiera ayudar.

    En primer lugar busqué Mercedes Sorraides, no hay personas con ese nombre. Lo busqué también en las redes sociales más utilizadas, y nada. Es más, no existe nadie con ese apellido que aparezca en los resultados. Eso me llevó a pensar que estaba tratando de encontrar una mujer que no existe ni existió. Sería así también en mi vida?

    Luego introduje en el buscador La Espera, para corroborar si había un pueblo o paraje con ese nombre. Nada, solo apareció una canción de José Luis Perales que de paso escuché ya que no la conocía, cuyo estribillo dice: “Pensando que en cualquier momento ella llegaría, consultaba su reloj y sonreía; se fue borrando lentamente el sol en su sendero, y envejeció pensando en ella, junto al fuego”. Se podía sospechar que estaba escrito para mí?, era muy rebuscado relacionarlo con la búsqueda de una mujer que no existía?, esto ya me empezaba a preocupar ….

    Para finalizar quise saber que tenía para decirme internet respecto de soñar con no encontrar el auto, o que te lo roben. Es increíble pero hay gente que ha escrito sobre ello. La mayor parte de las interpretaciones decían que el auto representa la independencia, y no encontrarlo o que te lo roben; el miedo a perderla. También que en un sueño, el coche representa la ambición, y su pérdida la capacidad de navegar de una etapa de la vida hacia otra.

    Almorcé algo liviano, y recostado en un sillón me dije a mi mismo que estaba buscando a alguien que no existía, que podría envejecer en la espera de esa mujer y que tal vez era el momento de transitar de una etapa de mi vida hacia otra, aún contra el miedo de perder mi independencia.

    Las ideas en mi cabeza se sucedían una tras otra, era tan simple y nunca lo había visto con tanta claridad como en ese momento. Era hora de casarme con la mujer que me quería y de formar una familia. Todo lo transcurrido no era la vida, la vida es otra cosa, y recién después de interpretar mi sueño creí entenderlo.

    Que mi novia era celosa podría llevarlo muy bien, ya que no tenía ni necesidad ni ganas de engañarla, además los celos eran por mi trabajo y también tenía decidido que trabajaría menos, aprovecharíamos entonces para disfrutar de lugares, viajar, conocer el mundo y todo sería perfecto.

    Caía la tarde y recordé que esa noche cenaríamos juntos, como todos los viernes. La pasaría a buscar y sin decirle agua va, le propondría matrimonio. Le diría que me había dado cuenta que era la mujer que esperaba, que quería vivir con ella, tener hijos, disfrutar de viajes, en fin … pasar la vida juntos.

    Cuando prendí el celular, intuí que algo podría llegar a complicarse … tenía 37 llamadas perdidas de mi novia a lo largo del día, y otros tantos mensajes, todos más o menos del mismo tenor: “donde carajo estas????”. La llamé, al atenderme antes de que pudiera hablar le dije rapidito que como todos los viernes la pasaría a buscar a las 21:30 hs para ir a cenar, y que tenía algo muy importante para decirle, a lo que respondió lacónicamente: “eso espero”.

    Llegué puntual, subió al auto hecha una furia y se sentó, le iba a soltar a bocajarro “casate conmigo”, pero verla tan injustamente enojada y celosa me causó risa; entonces aprovechó y dijo: “vos sos un salame bárbaro .. donde mierda te metiste … todo el día llamándote, mandándote mensajes y vos nada … ni me quiero imaginar lo que hiciste … una se preocupa y el señor desaparece y aparece como si nada … lo llamo al trabajo y quedo como una boluda, haces mentir a tu socio diciendo que no sabe donde estás … somos grandes … hasta cuando este jueguito estúpido … vos me querés a mi o no, decimelo no seas forro… sino es así la cortamos acá y chau. .. listo, no me hagas sufrir más por favor te lo pido”. Sentí el sermón como una declaración de amor, cada vez estaba más seguro, no solo la quería … la amaba. “Bueno..” dije sonriendo, “ si ya terminaste, ahora me toca hablar a mi ..”. En ese momento, ella metió la mano izquierda debajo de su pierna y sacó algo, al verlo mi rostro se desfiguró, palidecí, se borró mi risa y quedé mudo ... el prendedor de piedritas relucientes con las iniciales “MS” de oro, sostenido entre sus dedos, brillaba en distintos colores en el interior del auto. Al notar mi cambio de actitud, ella comenzó a llorar y putear, por momentos hablaba recriminándome…. pero yo no escuchaba nada de lo que decía …mi mente estaba en blanco … no entendía que había pasado … quería balbucear una explicación, pero no podía, no me salían las palabras, ya era tarde ….. Ella bajo del auto y caminó rápidamente hacia su casa.

    Todas las ideas y las imágenes iban y venían mezclándose en mi mente; esto estaba sucediendo o era otro sueño? me quería despertar de una realidad que me estaba pasando por arriba, pero no reaccionaba, me sentía confundido, agobiado, destruido, derrotado. 

    Antes de abrir la puerta de entrada, dio media vuelta y volvió presurosa hasta el auto, por la ventanilla baja me miró tristemente a los ojos, me tiró el prendedor con toda su fuerza y dijo “regálaselo a Mauricio Serna… pelotudo”.

    -M.B.

    branko miguel

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