Mientras mi inconsciente va creando una huella mnémica a medida que digiere tu ausencia, externamente se disparan distintas balas. No distinguen contexto, lugar ni horario, y cada vez van mutando su forma: a veces se presentan como una ráfaga de tu perfume mientras camino por la calle, otras se disfrazan de modismos verbales que formaban parte de nuestro dialecto (ese idioma que inauguramos un diciembre años atrás).
Con el paso de los días esta entropía extraña que dejamos flotando se va disipando, pero las balas siguen llegando y con todos mis sentidos las tengo que ir depurando.
Así como alguna vez supimos convertir en paraíso lo mundano, sé también que eventualmente mi piel va a saber blindarse, y (en total contra de mi voluntad) tu perfume volverá a ser un perfume más, y esas palabras reducirán su efecto a simples letras ordenadas.
Mientras todo cesa, sólo espero que la memoria nos trate con ternura, y que crezcamos altamente agraciados como aquel ciprés alimonado que juntos en tu jardín plantamos.
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