En el abismo de la existencia, donde la sombra y la luz se entrelazan, siento el palpito de la vida. Un deseo ardiente me consume, un anhelo de agradecer por cada instante, por cada latido del corazón.
La luz del sol me hiere, me desgarra, y mi cuerpo se estremece con el deseo de despertar. El miedo se desvanece, y la esperanza se abre paso, como una flor que brota en la oscuridad.
Me pierdo en preguntas que no tienen respuesta. ¿Dónde estaré en unos años? ¿Seguirán atadas a mí las manos que hoy me acarician? ¿Habré cumplido las promesas que me hice a mí misma? ¿O seguiré vagando por esta tierra, sin rumbo ni destino? En estas horas, ¿qué estaré haciendo?
Aún queda mucho por vivir, y yo ansío encontrarme con aquellos que serán mi hogar, mi refugio en la tormenta.
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