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El portador de la promesa

Jul 14, 2025

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El portador de la promesa
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El portador de la promesa 



Los nombres son promesas. No sólo sirven para referirse a individuos o diferenciarnos unos de otros. Cuando nombramos a alguien, lo conjuramos a existir, a materializar su esencia en tiempo presente. Mediante el poder de la palabra, invocamos sentido, incluso aunque ya no esté entre nosotros. 


Por lo general nuestros nombres son asignados, pero también quiero hacer espacio acá porque todos los días aparecen más valientes que eligen su propio nombre para vivir su verdadera identidad; este acto de gallardía merece ser respetado por todo lo que implica: la muerte simbólica de quienes fueron y el nacimiento de quienes realmente son.


Un nombre es como una cápsula de tiempo, contiene todas las vivencias de esa persona; por eso hay nombres que al pronunciarlos nos duelen, nos llenan de alegría, nos envuelven en solemnidad, nos inundan de lágrimas o nos traen calidez ante la frialdad que muchas veces nos encuentra en el día a día. Muchos nombres son lámparas que se encienden en los momentos más oscuros, faros que nos guian hacia tierra firme en medio de la bruma


Los nombres son el verdadero árbol de la vida, pues son todo lo que una persona es. Desde las raíces de la identidad, hasta las ramas que se entrelazan con otras y los frutos que dejan como legado: todo está contenido entre sus letras y fonemas casi tanto como entre los pasadizos de sus huellas dactilares. Y a su vez, un nombre es la huella que dejamos en nuestra vida y la de los demás. Como las ondas que genera cada gota de lluvia en el océano de la eternidad.


¿Por qué te cuento todo esto sobre los nombres? Porque quiero que conozcas el mío. Pero no como quien memoriza las capitales de los países para un examen. Conocer, como los navegantes usaban las estrellas para llegar a su destino.


En los años ochenta, una amorosa pareja daba a luz a su primer hija. Pero la vida tenía otros planes y esa pequeña niña falleció a los pocos meses de nacida. Su nombre significaba "Valiente Elegida". Ella era mi hermana mayor. 


Mi mamá, cuyo nombre proviene de las flores, la ternura y la inocencia; fue la única persona nombrada así a nivel nacional en el año 1964 y la única entre 1922 y 2015 según datos oficiales. No era una más, era única e irrepetible. Fue ella quien recibió la peor noticia que una madre que acaba de perder una hija puede recibir: los doctores le dijeron que no volvería a tener hijos. En ésa época, la palabra de los doctores era ley, como la de los jueces. Fue una sentencia que duró 10 años. No había acceso a la información como tenemos hoy. Ante esta trágica noticia, mis padres cayeron en una gran depresión. 


En 1993, fui conjurado a la existencia: nací, desafiando la sentencia médica que decía que no podría ser. Mi mamá eligió mi nombre como si dejara una brújula en mi bolsillo, antes de partir. Por mucho tiempo, sobre todo en mi adolescencia, los que me conocen saben que ocultaba bien mi segundo nombre pues no era común y me incomodaban las burlas. Pero ahora que mamá no está más entre nosotros me di cuenta de que mi nombre no es sólo un sonido: es una misión. En ese nombre está su ternura, su amor, su intuición, su despedida anticipada, su regalo a través del tiempo. 


Mi nombre significa "pequeño hijo de consolación" o "el que fue prometido". Llevo un nombre que promete consuelo. Y en la ausencia que dejó la muerte de mi mamá, intento cumplir esa promesa con entereza. Intenté sostener todo, como si al hacerlo cumpliera con lo que mi nombre pedía de mí. Con el tiempo comprendí que así como siempre intento cuidar a los otros, quizás también deba cuidarme a mí mismo. A ser gentil con mi proceso, a ofrecerme el alivio y la ternura que le doy a los demás. Ahora entiendo que no es sólo dar, es también permitir que mi alma se escuche, se abrace, se repare. Entender que todo el amor, la ternura y la calidez que mamá concentró en mi nombre, también es para mí.


A veces, el consuelo que damos a los demás es el que más necesitamos recibir. 

Este nombre fue su despedida anticipada y mi promesa silenciosa. 


                                                                                                                 - Pablo Bernabé

Pablo Bernabé Céspedes

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