Ya no le cabe la de ir a la Popular. Porque hoy en día los “guachos” se mandan cualquiera. En su época todos eran conocidos y pocas veces habían peleas o quilombo. Tampoco le va mucho ir a la platea con butacas. Siempre sostuvo que ese lugar es para los viejos que se creen dueños del Club y, encima, nunca alientan, sólo putean.
Es por eso que este personaje, cada vez que juega Alianza en Santa Lucía, va a la “platea de enfrente”. Es decir, la tribuna de bloques de hormigón que es lindera a la finca, esa con la que todos los hinchas de Alianza soñamos que algún día sea un predio del Club. Es característico de este sujeto que, además de ver ir a ver el partido, lo escuche por radio.
Destina su moneda para la entrada y alguna que otra Coca para compartir, a veces, con su gente y otros amigos de la platea de enfrente. Porque sí, tiene amigos de la cancha que ve sólo cada 15 días y comparte la promos de los turrones de maní o mandarinas.
No sé cómo hace, pero aún mantiene camisetas Sport 2000 sin desteñir y la mayoría de las puteadas son, por cercanía inmediata, al juez de línea. Insulta mucho, pero usa bastante el ingenio. Eso si, tal vez no conoce por nombre a los pibes del Club, pero se sabe todo el prontuario del 10 visitante que está de vuelta. Y lo alquila. También usa gorra de los 90’, o maldice todo el partido cuando se la olvida y tiene que hacerse visera con las manos para que el sol no le impida ver el partido. Muchas veces busca refugio entre el alambrado y alguna bandera. Aprovecha y se cansa de dar indicaciones. Y cuando hay un gol, ya no puede colgarse del alambrado y es cuando empieza a darse esos abrazos con desconocidos. Es fundamentalista del abrazo de gol.
Sí, el sujeto de esta latitud de la cancha es alto personaje. Pero tiene un secreto y disfruta de algo que no lo goza el hincha de las demás tribunas. Él disfruta la mejor postal que se puede dar en el Centenario. Esta foto se da cuando el sol deja de pegar en la cara para empezar a esconderse detrás de la platea con butacas. Por lo general el ocaso coincide con el final partido. El personaje sigue ahí, con sus amigos, con los compañeros de cancha comentando el partido que Alianza acaba de ganar sobre la hora. No tiene apuro por volver a casa y no avanza hacia el playón, donde la gente se amontona esperando para que el visitante salga. Disfruta y saborea ese momento, en su lugar favorito del mundo: la platea de enfrente.
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