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El peso de un llamado

Oct 31, 2025

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Hay momentos en que todo parece demasiado pesado...

Ser un joven llamado por Dios suena bonito cuando se dice, pero en la práctica… es difícil.

Porque Dios no llama para dejarte igual, Él llama para cambiarlo todo.

Y cambiar duele.

A veces parece que todos viven con ligereza, y vos estás ahí, luchando contra cosas que nadie ve.

Tratando de ser mejor, tratando de mantenerte firme cuando lo más fácil sería rendirte.

Pero Dios no te deja en paz, porque quien tiene un llamado no encuentra descanso fuera de Su voluntad.

Él exige silencio cuando vos querés respuestas.

Exige paciencia cuando todo en vos grita por prisa.

Exige fe cuando nada tiene sentido.

Y aun cuando pensás que Él se olvidó de vos, es justamente ahí donde te está puliendo.

Porque Dios no construye nada grande sin antes romper lo pequeño que hay dentro de nosotros.

Ser un joven con un llamado es vivir ese conflicto:

querer ser santo en un mundo que se burla de la santidad.

Es tropezar y levantarse, llorando, pero sin soltar Su mano.

Porque, en el fondo, aunque estés cansado, sabés… que no hay otro lugar a dónde ir.

Las exigencias de Dios a veces hieren el orgullo, el ego, los planes.

Pero en el fondo de todo eso hay un cuidado escondido.

Él quita lo que vos creés que necesitás, para darte lo que realmente te va a sostener.

Y mientras pasa el tiempo, te das cuenta de que ser “mejor” no se trata de ser perfecto,

sino de seguir intentando —aunque el corazón esté cansado, aunque no entiendas todo—.

Porque quien tiene un llamado… siente el peso,

pero también siente Su mano sosteniéndolo en medio del camino.

Siempre.

> “Que nadie te menosprecie por ser joven; al contrario, sé ejemplo para los creyentes en palabra, conducta, amor, fe y pureza.”

— 1 Timoteo 4:12

Nahuel Silveira

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