El Peso de la Existencia
Nací sin preguntar, sin un porqué,
lanzado al mundo como brasa en el viento,
un grito ahogado en el alba incierta,
una sombra buscando su fundamento.
El sol quema, pero no calienta,
las horas pesan como piedras frías,
los días se arrastran con labios mudos,
la vida es un eco de viejas agonías.
Camino por calles de rostros vacíos,
hombres de piedra, risas de humo,
y en cada esquina la duda me acecha:
¿quién nos condenó a este absurdo mundo?
Vivir es cargar con un peso invisible,
la urgencia cruel de seguir despierto,
una herida abierta que nunca cierra,
una tormenta latiendo en el pecho.
Pero aún en la bruma, el ocaso sangrante
pinta de rojo la piel de la nada,
y en su susurro, aunque frágil y roto,
queda la duda de si hay esperanza.
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