Los otros días calle,
pasos, vereda, cordón cuneta,
puente, avenida y kiosco.
Quería comprar tabaco,
sólo recibían efectivo,
por suerte si llego.
"Hola" me dijo un hombre lobo,
yo ya los reconozco
porque también son licántropa.
A veces me confunden ninfa,
no puedo entender el herror.
Despaché rápido al lobezno
con una sonrisa enorme pero firme.
Termino la transacción y vuelto,
cambio, calle, pasos nuevamente.
Iba a tu casa,
vos bruja de mi aquelarre,
vos tan vidente,
vos tanto yuyo tanto carisma,
siempre un chiste nuevo.
Te extrañé mucho, te dije.
Me abrazaste por la cintura y me diste un beso.
Y yo tanto fuego,
tanto caldero hervido y chamuscado,
me desperté.
En la cama te llamé con un aullido,
frío y azul como esa noche.
Me pareció escuchar tu respuesta
traída por el viento y me asomé a la ventana: un par de orcos peleando.
Tomé el tabaco entre los dedos,
puchito, fuego, humo.
Estrellas arriba y angustias abajo.
Las abracé: lágrimas, lluvia que ya no se si es mía o de las estrellas.
Le tiré humo a mis conjuros
para limpiarlos de las energías
que no celebran la vida.
Brebaje de amor y de vuelta a dormir, mañana tengo un día largo.
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Rocío Giménez Ferradás
Hola! Soy dibujante pero las palabras son un jardin en el que refugio el pensar
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