En el invierno sus manos me encuentran, toman caminos de los que ya se acostumbraron. Él cree que es un mal tiempo, pero sus ojos agotados llegan a odiarme. Grito su nombre en la soledad cuando a su lado, solo yo me hundo en mí ser pesado de dudas ¿Cómo dejó de amarme? Conoce cada parte de mí, ya no quiere estar sentado conmigo, escuchar mis palabras que no dicen nada nuevo, yo sé que el se aburrió de mí. Me entregué muy rápido a unas manos que buscaban descubrir con cada alba un nuevo hueso, que tonta fui al darle mí totalidad para que sea un huésped.
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