Y volaron las palabras, se quemaron las hojas,
y llegaron hasta el alma.
Entre la calma ardieron dentro del pecho,
como una verdadera llama.
Se encendieron las alarmas, la empatía directa,
la identificación literaria.
Pero resulta que nadie dijo qué:
“solo son simples ramas”.
Árboles manchados de tinta,
cubiertos de signos y líneas que no representan nada.
¿Dime si ése ave que canta los leé?
El solo aprecia su nido, su hogar en la copa más alta, en ese verde que tanto ama.
Lo nuestro son solo ideas pasajeras,
que nacen y mueren con un nuevo mañana.
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