La niña abrió la puerta como si su vida dependiera de ello. La Luz del exterior la segó por unos breves instantes hasta que su vista se acostumbro.
—Ja, ya había olvidado como era el sol. Dijo La Mulata feliz.
—Ya niña. Que fueron a lo mucho —conto con los dedos— 2 horas imedi, no fue tanto. Al elfo lo enojo un poco la exagerada reacción de la niña, pero se calmó una vez vio a la joven bailar sobre el pasta. Mientras el sol la iluminaba y se movía su nuevo vestido azul, pero lo más destacable era su sonrisa. La cual relician con el brillo de 2500 soles.
Comenzo a reír.
—Jajaja. Hay... Mis patrones no me la van a creer cuando se las cuentas.
—¿Segura que no quieres acompañarme para buscar el oro conmigo? Pregunto El Negrito.
—No, no. Con todos las aventuras de hoy creo que ya estoy satisfecha de acá hasta el resto de mi vida. Dijo simpático mientras sa dejaba caer en la lleva.
El Negrito la imitó, solo que a el lo tapaba la sombra que jeneraba la roca en dónde estaba la puerta por la que acababa de salir. Que contrastaba con la luz que iluminaba a La Mulata.
—Bueno, ya es hora que te lleve. Proclamó.
—Si. Se paró de sopeton, el elfo hizo lo mismo solo que más calmado.
—¿Crees que nos volvamos a ver?. Pregunto la niña de repente.
— ¿Quieres seguir viéndome después de esto?
—Me salvaste la vida después de todo, ¡así que si!. Con una sonrisa.
El elfo se ruborizó levemente por la vergüenza de la situación, o al menos para el era vergonzoso. Estaba apunto de aplaudir cuando...
—¡Aca hay uno!, ¡Acá hay uno!. Se oyo de la nada, ambos miraron para arriba que era de dónde provenía el ruido.
Lo que había hecho el sonido era un gorrión gigantesco, se un tamaño similar al de una mesa.
Una parvada gigante de esas aves apareció de repente y comenzaron a atacar a Negrito.
—¡Ho no, corre corre! Grito con desesperación el elfo antes de lazar una pequeña roca que estaba cerca del mismo lugar donde estaba la puerta. Está impacto contra uno de los pájaros que cayó al suelo.
—¿¡Que pasa!?. Grito con desesperación la niña.
—No no, no hay tiempo de explicar —el ser fantástico por primera vez pareciera alterada. Miro para todos los lugares hasta que vio la puerta por la que acababan de salir— ¡Por acá!. Le sujeto con fuerza la muñeca y la arrojó hasta el interior de la caverna tras abrí y cerrar la puerta con la velocidad de un rayo.
—¡Negrito! Grito.
—¡No salgas!, ¡No salgas!
Se escuchó el sonido de fuerte rasguño y uruleos. Chillidos, sarpasos, sonidos extraños.
La chica tuvo que aguantar la puerta la cual se movía con extrema violencia. Tras unos instantes se detuvo pero la chica prefirió aguantar la puerta para no sufrir un mal por algún engaño de esas arpías voladoras.
Pasaron 5 minutos enteras, se armó de valor para abrir la puerta y cuando lo hizo lo única que vio fue una escena de sarpasos y destrozos tanto en el piso como en la puerta.
Todo estaba lleno de plumas de pájaros, y lo más importante y lamentable. No estaba el amor rastro del Negrito.
—Negrito... ¡Negrito! Dijo desolada.
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