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    El Negrito Y La Mulata. Capitulo 12. Final

    Nov 23, 2024

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    La chica le dió un fuerte abrazo al Elfo una vez lograron sacarlo de la jaula. Lo mismo Gumbau aunque de la emoción cosi lo aplasta con el abrazo.

    Los ogros del bosque que habían sobreviviendo la ataque ya se habían retirado, el pueblo de los elfos los superaba en número y aunque contra uno, o un puñado de ellos no tenien tanto problema. Contra más de mil como era ese el caso era imposible.

    —Solo tengo una pregunta más... ¿Por qué el dragón te ayudó?. Pregunto tan pronto Gumbau lo soltó.

    —¿Que paso que nadie habla dragones? Se cuestióno el Rey.

    —En el palacio solo enseñaban latín, elfico antiguo, español, francés, rumano y sirenatopico... Hay que bonito idioma es, ojalá haber nacido sirena para que esa fuera mi lengua natal.Dijo El Negrito.

    —Como sea, el caso es que este dragón es medio reconozco y quería una disculpa de ustedes. Le ofrecí quedarse conmigo hasta que por lo menos vos volvieras, pero La Mulata nos llamo antes.

    —¿Discúlpenos? Pero si el nos ataco. Opino la niña ofendida que había escuchado la conversación. El dragón hizo un leve rugido al oír la declaración.

    —Literalmente entraron a su casa mientras dormí sin su consentimiento con intenciónes de robarle todos su dinero. Lo defendió Gumbau diciendo todo de corrido.

    Los 2 amigos se quedaron sin seber que responder ante esos argumentos.

    Pero uno de los elfos vestido de soldada que era ligeramente más alto que Negrito, pero con las mismas rarezas principales. Se hacerco al particular grupo.

    —Prinicipe Perins. Que bueno saber que está usted está bien, pero aún así le ruego que nos acompañe para hacerle una revisión médica. Dijo mientras se arrodillaba.

    —Claro, solo denme un momento que me gustaría devolver a mi amiga a su casa. Dijo Perins. También conocido por su apodo de Negrito. La niña se mantuvo callada al escuchar eso.

    —Nosostros podemos llevar la a su...

    —No no —Interumpio el principie— Yo la llevo, es obvio que estoy en buen estado aparte de que me quiero despedir como es debido. Insistió el Negrito.

    —Hombre, dale un poco de atención que no llame a tus súbditos para que hicieran acto de presencia. Se quejo Gumbau.

    —Muchas gracias por eso, pero de verdad lo voy a hacer yo.

    Dió una reverencia al dragón en señal de disculpa, y. Sin darle la oportunidad de que nadie más hablara movió las manos haciendo un aplauso. El y la Mulata ya estaban en la casa de esta última. Era de noche, ninguno de los 2 se había percatado que ya era de noche. Pasaron tantas cosas aquel día que costaba creer que le aventura tuviera una duración menos a 24 horas. El Negrito se poso arriba del poso de agua en el que había visto a la niña la primera vez. A su vez, la Mulata estaba en la misma posición en la que estaba cuando lo encontró.

    El elfo sonreía, era obvio que no le había afectado en nada la experiencia que acababa de vivir. Cuando para cualquier otro ser humano, elfo o ogro hubiera sido extremadamente traumática.

    —Tu... —Dijo la niña que aún procesaba lo que acababa de escuchar— ¡Eres un príncipe!. Se alteró. No solo era un ser magnífico que ya era demaciado. Si no que era de la realeza de su raza. El Negrito la miro curioso.

    —No lo considere importante. Aparte creo que ya lo sabías porque me llamas por el apodo por el que me llaman todos.

    —Esa fue una coincidencia... Perins...

    El Negrito comenzó a reír a carcajadas.

    —Puedes llamarme Negrito si quieres, hasta mi padre y mis hermanos mayores me dicen así. Soy el menor de 15 hijo. Y como no voy a elevar ningún territorio del reino prefiero darle rienda suelta a mis deseos de viajar. Explico.

    —Ha... Y allí fue cuando estuviste en Francia. Dijo la chica recordando algo que le conté el Negrito. Este asintió —Pero... ¿Si tienes la riqueza de un reino entero... Porque querías encontrar un tesoro?.

    El elfo vivo a reír.

    —Por la aventura, simple. Confiado.

    La Mulata seguía viendolo fijamente. Y empezó a reír también. El Negrito se sorprendió levantó. Era la primera vez que la veía reír.

    —Me vuelvos loca Negrito, y por eso se que nunca olvidaré esto. Cómo que me llamo Rosa María Gómez.

    Rosa seguía riendo, pero algo cambia de la nada mientras reía lágrimas caían de su cara. El Negrito lo vio, supo por era, y como actúar ente eso. Y sería solo diciendo la verdad, o al menos lo que el deseaba que fuera verdad.

    Se hacerco a ella. Usando sus piernas se agarró de su cuello hacían que la chica una en lágrimas casi se cayera. Aplaudió para que un pequeño pañuelo rosa. Apareciera y le limpio las lágrimas.

    —Nos volveremos a ver Rosita. Yo me la paso viajando. Así que aunque me voy a ir ahora para calmar a la gente. Eventualmente volveré a viajar y algún día volveré a Buenos Aires. Concluyó guiñandole el ojo.

    La niña se le queda viendo. Para luego volver a reír a lo loco, con lágrimas también pero ahora de felicidad. Ya que era cierto, lo volvería a ver, simplemente lo sentía.

    —Es verdad, es verdad. Ya bajate de mi cuello por cierto que me lo vaz a romper. Acto siguiente dio un salto sobre los hombros de la niña, dando una vuelta en el aire y callendo en el borde del poso de piedra.

    —Hasta que nuestro reencuentro se haga posible, nos vemos Mulata. Con una reverencia.

    —Lo mismo puedo decir, su majestad. Imitando el gente levantando ligeramente su vestido simple.

    Luego el Negrito palmeo las manos, y desapareció. Dejando vacio el lugar en dónde estaba antes.

    Esa sería la última vez en un buen tiempo que la jovencita vería a su amigo. Más no le última vez. Pero debería pasar tiempo para eso.

    Cuento, no es relevante. Lo que si es importante es saber que los amos de Rosa estaban tan felices de que volviera de su escapada. Que para evitar que volviera a irse decidieron por una vez satisfacerle un capricho. Dejando que una de las maestras privadas que tenían los hijos de los amos le enseñará.

    Con las 2 condiciones de que sacará buenas notas y no descuidara sus labores. Terminós que le niña acepto gustosa.

    Nunca le preguntaron por que se había desaparecido todo un día. Suponiendo que la causa fue meta rebeldía, o visto de otra forma. Un berrinche infantil que se salió de control. Fue un golpe de suerte para la niña a la que no se le ocurrió nada y que sabia que si decía lo que de verdad había pasado. Segura la llamarían loco.

    Paso el tiempo, la niña miro para dar flor a una hermosa adolescente. Aunque concerbaba sus cachetes grandes y figura delgada.

    Lo que hizo que algúnos de los vecinos de la casa en la que trabajaba sintieran interés en ella. Aunque siempre rechazo cada propuesta hecho. Lo que si, con el correr del tiempo. Pasaba más y más tiempo con Vicente. Tanto que hasta aprendió lo básico en el preparamiento de pan.

    Un día, cuando Rosa acababa de terminar de hacer algunas piezas simples de pan. Vicente que le estaba súpervisando quedó impresionado con el resultado.

    —Oye, que bien se ve —Agarro una de las piezas para luego llevarsela a la boca— Y sabe rica también. Dijo inmediatamente después de tragar.

    —Ja ja, gracias. Le respondío muy feliz.

    —En serio. Si algún día te cansas de hacer las labores de la casa para tus amos. Me hablas y te contrato acá. Esa declaración fue escuchada por el padre del adolescente que justo volvía de su habitación para agarrar su delantal.

    —Mejor esperan a casarse para eso así de paso no le tenemos que pagar y ya se muda aca. Dijo divertido.

    Ambos jóvenes se pudieron rojo por los palabras del padre.

    Fua así un tiempo cuando. En una primavera de 1809. La chica abacaba de hacer sus tareas de todos los días. Cuándo, una negra que era la que mandaba entre los sirvientas por su avanzada edad. Le dijo.

    —Mulata, ve por agua al pozo. Hace demaciado calor para ser primavera —Rosa se límito a acentir con la cabeza— Y que no se te ocurra irte de la casa sin avisar. Ella rió.

    —Ya van 7 años de eso.

    —Igual.

    La chica sin dejar de reir fue para donde estaba el pozo. Estaba igual que aquella vez en la que se aventuro a sus interiores. Y conocido elfos, ogros y hasta un dragón.

    Bajo el balde para obtener el agua. Cuando subió el entes mencionada lo sintió extraño. Más pesado.

    —Abre agarrado más agua que de cos...

    Se dió cuenta de que le situación era igual a la de años atrás.

    Miro para todos lados para asegurarse que no hubiera nadie. Una vez comprobado que la zona era segura. Levento el balde con mayor rapidez.

    Una y otra vez, hasta que... Nada.

    Bueno no, agua. Pero eso no era lo que la chica esperaba que hubiera en el balde. Tras un leve suspiro agarra el dichoso balde y lo puso en el suelo.

    Saco la soga de la manija, y levantó el el objeto con cuidado para que no se perdiera al agua. También con cuidada de no manchar su nuevo vestido azul claro que le recordaba levemente el que le regaló Gumbau aquella vez. Cuando...

    —Hola Mulata. Dijo el Negrito, la chica se sorprendió, pero rápidamente se calmo y miro a su viejo amigo con una mirada y sonrisa cálida.

    —Hola Negrito. El elfo le devolvió la sonrisa.

    facundo iocco

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