El nacimiento de mi Venus.

De las profundidades de su mente emerge aquel ser, en la espuma transparente, envuelto en aguas celosas que le abrazan la piel y reclaman por su esperado regreso. Él es la perla oculta entre dos cortezas vibrantes que despegan sus bordes cuando las olas lo acunan entre palabras melodiosas.

Después un cántico ancestral escucha el hombre, aquel que le contempla sobre la arena cálida, dorada como la tersa piel humedecida de su Venus. Y ahí, en el agua, es donde lo encuentra realmente.

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El cuerpo del Venus recién nacido es una obra excelsa de hermosura, de rostro etéreo, esculpido por el dedo armónico de su padre Urano; lienzo de máxima creación. Cada gesto de aquel ser es una delicia cósmica que embelesa las miradas profundas. Su Venus es la perfecta poesía silenciosa que acaricia cada secreto en su mente.

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Entonces su mirada refleja el éxtasis, y la pureza del deseo que fecundan las olas se transforma en una brisa divina. Y como una flor que despierta al beso del sol, él florece en el jardín del cosmos —el alma—, irradiando la esencia vital en cada rincón sobre el cuerpo del triste hombre.

Así, el nacimiento de su Venus es venerado por la eternidad.

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« Venus es tu mente, tu alma y tu cuerpo. Venus eres tú. 𝑀𝑖 𝑉𝑒𝑛𝑢𝑠».

Para mi perfecta y amada criatura: Kairo.