Esta carcaza de madera en mal estado, era el bote donde el viejo De Peón pasaba horas escuchando el mar en una lata de cerveza abollada, recordando sus años como marinero mercante: “Con el tiempo -me contó éste durante uno de sus breves lapsos de lucidez- uno se olvida de que se encuentra flotando sobre el mar y el trabajo se torna tan arduo que no hay tiempo de asomarse a él. Por eso considero -continuó- que no es muy distinto a vivir en la ciudad, donde la rutina no nos permite ver más allá de nuestra nariz, y el vértigo de la vida nos hace pensar que estamos en constante movimiento, cuando en realidad permanecemos encallados, mientras envejecemos y morimos, irremediablemente. Aquellas noches, en el pequeño camarote que ocupaba, me parecía escuchar el tránsito de la ciudad en un caracol con el que tropecé en algún puerto del mundo.”
Misteriosamente, El viejo De Peón fue hallado ahogado por inmersión dentro de este bote herrumbroso que había convertido en su hogar.
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