El Lugar de fuego

Salí del lugar con personas tirándome piedras por la espalda, dándome velas en mi propio entierro pero apagándolas de un soplido en conjunto. Aprendí lo absurda que puedo llegar a ser triste, con la espalda agujereada, igualmente nunca esas piedras llegaron a tocar mi alma, pero si molieron como caníbales mi corazón, lo masticaron, lo escupieron y asquerosamente lo vomitaron en el hueco que usaron en mi pecho como basurero. Yo, víctima de sus horribles llamas que inundaron el espacio que era de amor y  pureza, me volví mala, parte de las malas, hice la metamorfosis de un virus y lleve mi carne al tiradero de mi cama. No esperaba mucho, las ganas venían y se iban como estrellas fugaces. Mientras en mi puerta tocaba el agua del baño, mientras el agua tocaba mi sangre, el 911 llamo a mi alma y lleno fuego mi vida, lleno las calles de rojo, y sirenas que no se distinguían entre gritos o bocinas. Era una aclamación, un halago a la humanidad. Resistí años, desde que tenía memoria. Ahora las sirenas se callan y dejan mi tumba en paz, no me buscan en el baño y no esperan mi corazón latir, igual, un día como estos, donde mi corazón no daba más, apareció un fuego, donde el agua de llanto era predominante, y mi paciencia era mínima. Igual, el amor nació y donde la muerte dejaba gasolina, cenias como adicto al cigarro, nació un amor, de esas cenizas se restauró mi corazón molido; aquellos caníbales desaparecieron, las velas bailaban en mi tumba y como pude, agarre el mechero y encendí el fuego de su corazón, no me tomo mucho hacer incendiar su alma, y a él no le tomo hacer humo mi tristeza y darme sonrisas llenas de hoyuelos, pero era mutuo el incendio. Ahora es un ángel del infierno, y yo una sobreviviente que solo quiere refugiarse entre sus llamas y dormir un ratito. Descansar, para aquellos que dicen al amor adiós y lo mandan a dormir con un beso en la frente. Yo hoy, al amor, lo sueño en carne propia. No saben cuan lindo es.