"En el espejo estaba, como yo de alto, un hermoso lobo enorme, estaba quieto, relampagueaba recelosa su mirada intranquila. Flameante, me guiñaba los ojos, reía un poco, de modo que al entreabrir por un momento las fauces se podia ver la lengua encarnada."
El lobo estepario | Herman Hesse
Vagar sin consuelo; Trotar en las infinitas calles en busca de algo, lo que sea, cualquier cosa que me distraiga de mi amarga realidad autoimpuesta, de mi miserable vida enjuiciada por mi miserable mente enternecida de mi misero corazón.
Así se siente una tarde solitaria, un día libre de la rutina asfixiante que mientras sucede solo anhelamos contacto y atención ajena, el alma exige público, pero en cuanto se sube el telón la mente exige soledad, la mente exige la rutina asfixiante que mantiene encadenada al alma, porque...
Por qué se supone que así debe ser. Te levantas asqueado de tus sueños, a continuar la labor del hombre, ese deber autoimpuesto, esa maldita condena dicha por ti, sufrida por miles más.
El hombre es el sentenciado; el hombre es su propio juez; el hombre es su verdugo.
¿A dónde voy con todo esto?
He crecido rodeado de la expectativa, de lo que un hombre debe hacer, de lo que un hombre intelectual debe hacer y parecer; de lo que debe masticar, aunque no le guste, por que eso esta bien, por que ese es el camino del hombre de bien.
Que fanfarronería, y es supremamente molesta por que tiene un punto, la mitad de la razón.
“Uno puede ser virtuoso por capricho”
Y es que la virtud se alcanza con disciplina, con esfuerzo y sacrificio; se trata de hacer a un lado los placeres inmediatos para concentrarse en la dicha del futuro, se es prometida la inmortalidad a aquel que domine la virtud se le concederá la dicha de ser recordado, en esta generación y en la siguiente, así hasta que las almas se hagan polvo.
Pero que estupidez, ¿Qué hay de mi vida ahora?, quiero aprender a bailar, a reír, a enamorarme todos los días de una mujer distinta (u hombre, o ambos, mejor si es ambos), quiero saborear el placer del presente viviendo mi vida al límite, siendo un absoluto pecador a la vista de todos pero que mas da, el pecado mas grave seria no experimentar todo aquello que se haga llamar humano; quiero vivir, deseo vivir, experimentar la dicha y el placer solo para aun así mantenerme recto, firme como el mástil de un barco, noble como un bello roble, expectante al fin último de mis días.
Habrá quienes entiendan mi dilema, y habrá quienes no hayan comprendido ni una sola de mis palabras (y que tampoco se hayan interesado), no los culpo, no hay mucho sentido en este texto si no se mira con ojos de furia y tristeza, si pudiera tomaría a Herman Hesse de los hombros y lo sacudiría con violencia mientras le cuestiono el porqué de sus palabras, el porqué de Harry Haller.
Soy un hombre ridículo, esperaba un poema a mi tristeza, un final noble a mi miserable dualidad en el alma, pero encontré respuestas, encontré una sentencia; he sido condenado a vivir mi maravillosa vida.
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