Siempre creí que era tonto
cuando la gente decía que no podía vivir sin otro.
Me reía en silencio,
pensando que el amor nunca debería sentirse tan necesitado.
Pero ahora te extraño,
y el vacío en mi pecho
me ha enseñado el idioma de las ausencias.
Ahora entiendo
lo que antes parecía ridículo,
porque vivir sin vos
es un dolor que no quiero seguir aprendiendo.
Mi vida se siente tan aburrida desde que no estás,
como una canción que perdió su melodía,
o como un cielo que se quedó sin estrellas para contar.
Me gustaría hablarte,
aunque sea para contarte las cosas más tontas,
esas que antes no parecían importar,
pero ahora son excusas para escucharte un rato más.
Porque no puedo con tu ausencia,
porque me falta tu presencia,
y haría cualquier cosa por verte una vez más.
Me pregunto si alguna vez
volveré a ser hogar en tu mirada,
si mi nombre va a resonar en tu pecho
cuando las noches se hagan más largas.
Quisiera estar contemplando tus lunares,
y contando tus pecas doradas,
como quien cuenta las estrellas
en una noche que nunca deja de brillar.
Y sin embargo, el universo sigue girando,
como si mi mundo no estuviera colapsado sin vos.
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