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    El Inmortal - La cura

    10Gullo

    Abr 18, 2025

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    El Inmortal - La cura
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    Me presenté en las puertas de un hospital en Shade, el anillo a los bordes del Mar Negro. A un paso lento y quitándome mis lentes circulares me adentré en el pasillo hacia la recepción, me encontré con una enfermera que oficiaba de recepcionista. Ella sabe quién soy. El Fantasma de Racon, el Magister Sera de Geaa, en el segundo anillo me llaman Nebula, pero en todos los anillos me señalan como "El Inmortal". Con el tiempo descreo de mi verdadero nombre y recuerdo solo las formas en las que me conocen, que cada vez son más.

    La enfermera, nerviosa, me preguntó que se me ofrecía y un dolor de pierna fue la excusa para poder entrar a la sala de espera. Caminando por el pasillo en una de las sillas que daba frente a uno de los cuartos, vi una señora medio dormida, me senté lejos para no molestarla. El lugar estaba desértico, ese hospital solo disponía de dos cuartos y dos consultorios que rara vez estaban ocupados.

    El médico de turno salió por una puerta y se acercó primero a la mujer, no llegué a escuchar bien, pero entendí que en el cuarto frente a ella había un familiar y parecía que las noticias no eran muy buenas. Pasó por al lado mío cuando volvía y me hizo pasar. Sabía por qué yo estaba ahí, usualmente puedo engañar a los que poco me conocen, pero no era la primera vez que visitaba al doctor. El viejo siempre caminaba con su bastón hecho por dos maderas, en una de mis últimas visitas pude detectar una gran quemadura en su espalda que se asomaba en su nuca. Dentro del consultorio me preguntó si ya había consumido todo lo que me dio la última vez preocupado por lo poco que me había durado y no pude mentirle, estos últimos años fueron bastante malos. Me negó la ayuda que por tanto tiempo me dio, contándome que le fue muy difícil ocultar la desaparición de tanta cantidad de barbitúricos y morfina del hospital, si bien me abastecía con varios años de por medio a Usuma los números no los convencían y enviaron una inspección hace un año. El viejo me dijo que no podía hacer nada por mí, tiró una llave sobre la mesa, la golpeó dos veces y salió dejando la puerta abierta, no sin antes decirme que ahora también me iban a perseguir por robar el hospital de Shade.

    Tomé las llaves y volví a mi moto que me esperaba fuera, agarré mi bolso más grande y esperé a la noche fuera, durante la espera vi a la mujer de la sala de espera salir llorando. Cuando la noche llegó, aguardé a que la recepción quede sola y entré hacia al fondo del pasillo al almacén de medicinas, ahí, tomé todos los medicamentos que me ayudaran a dormir. Mientras guardaba todo en mi bolso escuché que la recepcionista ya estaba en su lugar, así que despacio abrí la puerta y me escabullí al consultorio donde me atendieron más temprano y salté por la ventana de este. Escapando pegado a la pared para ocultarme en la sombra, pasé por debajo de una ventana desde la cual salían llantos y no pude evitar asomarme.

    Dentro había un niño, envuelto en cables y en su ojo un parche, abrí y salté por la ventana, el niño se asustó cuando entré, por suerte no gritó gracias a que me reconoció, parece ser que mis lentes son inconfundibles. Tuve que preguntarle por su llanto y por qué sufría de tanta angustia, recuerdo al pie de la letra sus palabras entre sollozos:

    "Me detectaron un cáncer que se esparció a mi cerebro, mi madre espera y duerme fuera del cuarto porque no quiere que la vea llorar, el dolor es insoportable y cuando no duele siento que mi cuerpo se derrite en la cama, hace años estoy viendo estas cuatro paredes y todos los días quiero que mi cerebro explote de una vez, pero acá me mantienen, vivo, atado a una esperanza que está atada a la nada, cuando todos sabemos cuál es la solución, no sé por qué no lo admiten."

    No pudo seguir y rompió en llanto, tampoco pude aguantar y me dejé caer en una silla en la esquina del cuarto, oculto en la sombra. El muchacho pidió de mi ayuda, dudé en responderle, pero sé más que nadie por lo que estaba pasando, el dolor de no poder elegir tu último respiro dentro de este universo. Tomé una de mis jeringas y la llené con el contenido de uno de mis frascos, pero me detuvo, me pidió dos favores: que espere a que él vea su sol entrar por la ventana una última vez y que luego de aplicarle la jeringa le dispare, no quería que exista la mínima posibilidad de volver a este mundo en ese cuerpo, así lo hice. Iluminado por los primeros rayos, sus ojos lagrimosos y la naciente felicidad provista por la paz que el posible fin de todo le entregaba, dibujaban un rostro que se quedaría tatuado en mi memoria, no avisé cuando puse en su suero la inyección, lo último que vio fue su sol, regule el engranaje de potencia de mi pistola para que el disparo sea el más pequeño que esta lograba, me pare a los pies de la cama, apunte y dispare entre sus ojos dejando tan solo un pequeño punto rojo como marca, tomé mis cosas, salté por la ventana y escapé en mi moto hacia mi cueva en este anillo.

    No tardé en llegar, tire mi moto en la entrada, saqué del bolso la misma jeringa que usé en el hospital, la llene con otro de los frascos y me la inyecté, me senté en la puerta de mi cueva y puse mi escopeta en mi boca, al canto de un gallo tiré del gatillo, el ruido blanco esta vez no duro tanto, hasta que desperté con el brillo de este sol en mis ojos y bañado en mis sesos, no hay escape para mí.

    10Gullo

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