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El infierno es real cuando estoy cerca tuyo

Victorr

Jan 20, 2025

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El infierno es real cuando estoy cerca tuyo
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El infierno no es demonios y fuego y muerte sin descanso,

el infierno es la mirada que me lanzaste aquel día terrible, y las miradas que me lanzaste los días siguientes.

El infierno espera devorarme por completo, después de levantar mi arma y apuntar a tu armadura,

y si te asesino, suponiendo de mí esa hostilidad,

no lo haría mirándote a los ojos,

porque hasta en mis peores momentos te llevo infusa en mí.

El infierno espera a las voces que hacen florecer estos destellos de humanidad en mi alma,

no me han dado el arma pero me mostraron donde yacía,

han plantado en mí este humo, cuyas volutas se parece demasiado a un beso en la frente

y a una dura bofetada que deja rastro en la memoria.

Has filtrado a través de mí piel este veneno que no sé cómo expulsar,

has encontrado mi suavidad y la has torcido, estirado y doblado hasta convertirla en algo parecido a ti,

Dios mio, yo ruego, mantenme lejos de esa brutalidad a la hora de amar

porque yo no quiero que mis manos esten sangrientas mientras sostengo otro rostro,

yo no quiero que mí piel se endurezca mientras trato de esculpir en mí algo más agradable a tu vista.

Y aún así, a pesar de este terror que te tengo a veces, seguimos siendo suaves y amables e infinitamente tontos,

de nuestra víscera se expulsa la más grave humanidad,

porque la guerra a veces es algo muy distinto a los disparos y la muerte, la guerra a veces yace en el silencio de la sala de estar y es el acto más grande de amor

porque no hay licencia, no hay carta de resignación, no contigo,

porque salir de la tormenta significa dejar esto marchitar y ¿qué habrá después de eso?

Poco sé y poco quiero saber.

Que te quedes, aún a través de la llaga y la dolencia, aún a través de lo innombrable, es el más grande acto de amor.

No soy un soldado, nunca estuve hecho para la gloria bélica,

pero soy el cordero del sacrificio,

vagando por tus vastos jardines de otros corderos muertos que se parecen a mí, al yo de ayer, al yo de hace dos semanas, al yo de hace años cuando era aún un niño,

y mientras llego con piernas temblorosas hacía tu tan preciosa vista y me baño en tu dulce luz,

deseo poder ser finalmente yo quien complazca al dios para hacerlo cesar la masacre,

ablandarlo en algo suave e infinitamente tonto una vez más,

antes de que el ganado se quede vacío y muerto sin corderos que sacrificar,

antes de que los dados se me caigan de las manos y pierda mí turno.

Te confieso que creo que en la cocina todavía puedo ver fantasmas que lloran y que sostienen cuchillos peligrosamente cerca de sus muñecas.

Ninguno dice tu nombre, no, todos dicen mamá y te llaman,

te llaman como si fueran rezos

y te llaman como si tu voz fuera las campanadas de la iglesia.

Infierno es que no respondas nunca.

Victorr

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