Durante la Segunda Guerra Mundial, el labial rojo se convirtió en un símbolo de resistencia y victoria frente al conflicto, a pesar de la escasez provocada por la crisis. Su impacto positivo en la moral de la sociedad llevó a que incluso los gobiernos aliados fomenten su uso como una estrategia psicológica en el conflicto.
En uno de los momentos más duros de la historia, las mujeres revelaron su arma secreta para elevar la moral de toda una nación, y de esta manera, contribuir a mayor probabilidad de éxito en los esfuerzos bélicos. A pesar de la escasez de recursos, en el Reino Unido el pintalabios rojo se declaró un producto de primera necesidad. Los gobiernos de Estados Unidos y Gran Bretaña impulsaron su uso como parte de su estrategia militar para fortalecer el espíritu de las mujeres en las fábricas, en el frente interno, e incluso, de los soldados en combate.
Uno de los ejemplos más notables fue el desarrollo específicamente un tono llamado Rojo Victoria (creado por la empresa Elizabeth Arden), destinado a las mujeres al servicio de las fuerzas armadas femeninas. Su objetivo era proyectar confianza, patriotismo y feminidad, desafiando así a la idea de debilidad asociada a la ausencia de maquillaje en una época donde la apariencia tenía un fuerte impacto psicológico.
Además, el labial rojo se convirtió en una nueva herramienta de propaganda: carteles de la época mostraban a mujeres con los labios pintados de rojo como símbolo de determinación y apoyo a la causa aliada. Esto también reforzó una marcada oposición ideológica y resistencia al régimen promovido por la Alemania nazi, donde se rechazaba este elemento estético por considerarlo decadente y contrario a la imagen de la "mujer ideal" promovida por Hitler.
Así fue como el labial rojo trascendió de su función estética y se convirtió en una declaración simbólica, política y emocional. En tiempos de guerra, llevar rojo labios no era un acto superficial, sino un estandarte de coraje, identidad y esperanza.

Strunk
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