mobile isologo
    buscar...

    El Hombre que Tenía Miedo a Volar

    misho

    Feb 19, 2025

    80
    El Hombre que Tenía Miedo a Volar
    Empieza a escribir gratis en quaderno

    Con un cigarro en mano y una taza de café americano sobre la mesa, Edo interactuaba con las miles de opiniones irrelevantes que aparecían en su Twitter cada vez que refrescaba su página principal. Leía sobre cine, política, deportes y un sinfín de estupideces de las cuales no tenía idea. Era fanático de la simplificación de las cosas. Gozaba con la posibilidad de destrozar una película que tomó años de rodaje en menos de 280 caracteres o de hundir la carrera de un artista de 17 años comparándolo con Mozart o algún compositor de renombre cuyas obras jamás oyó. 

    Pero esa mañana, de su mente no emanaban comentarios creativos. Ni siquiera le importaba que las cenizas de su Pall Mall cayeran dentro de la taza. Sus ojos miraban fijamente la pantalla de su celular pero, irónicamente, él se encontraba en el más profundo estado de desconexión. Y es que, había llegado el día, ese maldito 27 de febrero marcado con rojo en su calendario.

    Lo que para muchos es un sueño (o el inicio de uno), para él era una pesadilla. Viajar en avión se había convertido en una de esas experiencias que deseaba nunca tener que vivir en el resto de su monótona vida. Las tres horas diarias que gastaba en Twitter lo habían convencido de que volar era sinónimo de muerte. Como si de un acto religioso se tratara, había pasado las últimas tres semanas escribiendo las siguientes palabras en la barra de búsqueda: “avión cae”; “caída avión”; “avioneta desaparece”.

    Recordaba con precisión las llamaradas que largaba aquel avión coreano luego de estrellarse contra una pared, el borroso video en el cual esa aeronave rusa perdía el control o el choque aéreo ocurrido en Estados Unidos la semana pasada. Él estaba convencido de que sería el próximo. Era como si los ojos de la desgracia se posaran sobre él, ignorando las millones de personas que viajaban con ese medio de transporte a lo largo del planeta.

    La noche anterior al viaje vio un total de seis horas de documentales y videos que contaban extrañas historias en conjunto con las más disparatadas teorías sobre accidentes a lo largo de la historia. “El MH370 fue secuestrado por extraterrestres” repetía en voz baja tras sus sucias sábanas. Finalmente, tras un Rivotril acompañado de un whisky barato, cayó dormido mientras en su tele un experto de History Channel explicaba el funcionamiento de las turbinas.

    En el momento en que retuiteaba un meme muy gracioso en el cual comparaban al presidente de su país con un pez, llegó la notificación más temida: “Su Uber lo espera en el punto de partida”. Tomó sus valijas, se persignó frente a la estampita de la virgen de Luján que había pegado con scotch en una pared y cerró la puerta de su departamento.  

    Entró al ascensor y vio su reflejo en el espejo. Imaginaba su cara en blanco y negro en CNN Chile, ubicada encima de un titular que rezaba: “URGENTE: TRAGEDIA ÁEREA EN SANTIAGO”. Pensó en el falso llanto que haría Neme o las estupideces y los “¿hasta cuándo?” que comentaría “el Sepu” en televisión abierta. Aprovechó de sacarse una foto con una sonrisa de oreja a oreja, con la esperanza de aparecer en los matinales como “la última foto antes del accidente”.

    Se subió al auto de un viejo gruñón, quien sería su chofer por los próximos treinta minutos. Decidió sentarse en el asiento detrás del conductor, pero rápidamente fue interpelado por este: “Joven, siéntese del otro lado que si no no puedo ver qué está haciendo mientras yo manejo”. Él aceptó y se arrastró hasta el otro extremo del auto, con una leve mueca provocada por lo extraño que le había resultado el comentario. “Es por seguridad, sí, no se me ponga así, no ve que ahora está lleno de extranjeros y sus culturas caribeñas”. Puso un antiguo y pirateado CD de Carlos Baute e inició la marcha del vehículo.

    El joven, con la cara pegada a la ventana de ese Suzuki, imaginaba el avión en picada. Tenía la mirada fija en el piso de la aeronave y no sabía en quién pensar. A veces se imaginaba realizando una actuación heroica y corriendo hasta la cabina para ayudar a los pilotos a evitar el trágico final, otras tantas, solo abrazaba a un completo desconocido sentado a su lado como si fuese el amor de su vida. Esta vez la mujer con quien compartía ubicación gritaba de forma extraña, de menos a más. Era como si el grito pasara de estar a kilómetros de distancia a efectivamente tener la intensidad de un grito de pánico a escasos metros de sus oídos. Era como un animal, como una sirena, como una bocina… En un instante, todo se apagó.

    El cuerpo sin vida del futuro viajero yacía dentro del aplastado Suzuki, en la avenida que quedaba a cinco minutos de su hogar. Encima de sus restos, un accidentado camión de mudanza, cuyos frenos habían dejado de funcionar, largaba humo gris constantemente. Estaba tan interiorizado en su propia ficción, que murió creyendo que el avión cayó y el grito de esa inexistente señora fue la última melodía que escucharon sus oídos.

    Edo no salió en CNN Chile, ni Neme ni “el Sepu” se enteraron de su fallecimiento. Tristemente, la única evidencia pública que quedó de su partida fue el reporte de una vieja en SOSAFE: “nueve de la mañana y ya andan chocando, los vecinos QUEREMOS DORMIR!!!!”. Y así fue como el hombre que tenía miedo a volar, murió camino al aeropuerto.

    misho

    Comentarios

    No hay comentarios todavía, sé el primero!

    Debes iniciar sesión para comentar

    Iniciar sesión