"Si eres ridículo, no eres nadie."
Aquellas palabras de una persona en secundaria no me destrozaron; al contrario, fueron un catalizador. Hoy, ocho años después, esta persona se acerca a mi umbral, y mi respuesta es una sola:
¡¿Qué pasa, farsante?! ¡¿Ahora sí soy visible?!
¿Vienes con tu crítica disfrazada de sermón? Dices querer ayudarme y me minabas a espaldas. Dices ser de Dios y actúas como el adversario.
Siempre seguí mi camino, sin mirar a nadie más. Solo recibí críticas de tu parte, sin una pizca de aprobación. Siempre me fuiste ajeno, ¿por qué vienes ahora? ¿Quieres llevarme? ¿Quieres arrastrarme?
¡Escúchame, errante!
Trátame igual, no iré contigo. No me arrastrarás a tu decadencia. Siempre fui invisible para tí, nunca fui nada más. Ahora que estás en la caída, sigue tratándome como:
El hombre fantasma de tu mundo.
¿Qué soy para ti? ¿Quién soy para ti? ¿Estás aquí por mí?
Soy el hombre fantasma. Soy la sombra de tu mundo.
Recomendados
Hacete socio de quaderno
Apoyá este proyecto independiente y accedé a beneficios exclusivos.
Empieza a escribir hoy en quaderno
Valoramos la calidad, la autenticidad y la diversidad de voces.


Comentarios
No hay comentarios todavía, sé el primero!
Debes iniciar sesión para comentar
Iniciar sesión