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    El Guardián de la Calígrafa /33

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    Oct 21, 2024

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    El Guardián de la Calígrafa /33
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    Caer Caesorious es tan inmenso y Jermaine tan extraño como lo recordaba, pero ahora, con menos miedo, y con la tranquilidad de que realmente le costaría mucho a los asesinos de Mittani alcanzar a Ellyse aquí, aprecio un poco más el castillo en la montaña y la ciudadela bajo el volcán. Las montañas ya no me parecen tan amenazantes, ni el castillo tan cíclopeo. Supongo que tener a Dario con nosotros, que parece ser universalmente respetado y temido, y a la dama Rhea, cuyas sencillas explicaciones normalizan mucho de lo que me asustaba de Jermaine, es calmante.

    Pero algo sí me asustó. El primer día, Jorgen y Gertram nos dieron un tour por el castillo, orgullosos como niños, y el salón del trono, que está a través de la montaña en una sala a la que se accede por un túnel estrecho que ha sido la primera cosa que veo que me asustó de verdad, mira hacia el volcán con una terraza en altura: observa todo Jermaine, abierto en la ladera, y el sol de la tarde lo baña por completo. Es muy impactante cuando entras, después de mucho caminar en la oscuridad con antorchas, ver atardeceres espectaculares desde ahí…

    - En invierno se ven luces de colores en el cielo, de noche. Alguna vez un tutor me mostró estrellas desde aquí.- me dice Jorgen cuando me lleva a conocerlo. – Todo esto estaba… oscuro, sí. No sé cuánto han trabajado para sacar tanto brillo…-

    El salón, las sillas, el trono de metal… todo es bronce, el bronce más brillante y lujoso. No hay gemas ni otras decoraciones: sólo metal, y una pared de lanzas de diferentes modelos en la pared detrás. La simpleza del lugar y su elegancia es muy de mi gusto: Ellyse se queda un rato en la gran terraza, mirando hacia el volcán y el sol poniente. Cuando nieva, debe ser un poco ventoso, aunque tiene chimeneas de pared a pared: ahora es sólo fresco y aireado, las piedras lajas del suelo abrillantada como un espejo gris oscuro.

    Cuando regresamos por el túnel me quedo un poco atrás de los muchachos, oyéndolos hablar sobre la cena de cerdo acaramelado que tienen anunciada, y… no sé. En la oscuridad de ese estrecho y largo pasillo, me ocurrió algo extraño. Sentí… fue como si sintiera todo el peso de la montaña sobre nosotros: el pasillo de repente me pareció muy pequeño, demasiado estrecho, demasiado… lento. Todo se volvió lento y fue como si no pudiese respirar. Tenía un calor súbito, ahogante, y empecé a sudar, y aunque le rogué a Tyr no lograba poner un pie frente al otro, no lograba calmarme, las palmas me sudaban…

    Una mano sujetó mi codo, y sentí un frío diferente, refrescante como una mañana muy temprana. Ellyse se pegó a mi costado y caminó conmigo, pequeños pasos, su brazo rodeando mi cintura bajo la capa, y antes de que me diera cuenta, estábamos en un pasillo con ventanas y podía ver el cielo. Respiraba a bocanadas: no sé qué fue eso, nunca me había ocurrido nada así. Temblaba como una hoja y me latía el corazón como cuando uso la llama. Tal, vez, por un segundo, casi suelto mi poder en ese pasillo, entre toda la gente… es un influjo malvado de este lugar? Es alguna magia maldita, o solamente, solamente…

    - A mí me pasa con las alturas.- me dice Ellyse en voz baja, su mano fresca aún en mi espalda acalorada.

    Porqué siempre acabo haciendo el idiota delante de ella?

    __________

    Los Jermaine parecen hombres muy rudos y para mi sorpresa, poco rencorosos. O estaban hartos de Volker y la guerra, pero han recibido a Jorgen con los brazos abiertos y a Rhea con respeto, pero un inherente deje de “ usted ya no importa nada ahora que tenemos un nuevo Duque”. Afortunadamente a Rhea parece importarle un ardite: con todo lo Dama que la conozco, corrió como un conejo los cien escalones de entrada y otros cien en el castillo para ir a la nursery, en donde se arrojó sobre sus hijos, los cuales se pegaron a ella con llantos y quejas, pero parecen bastante mejor educados, más dóciles y ciertamente menos mimados que la última vez que los ví. Pobres pequeños sin padre: la expresión de Darío al verlos, avergonzado y azorado, me apenó. Rhea no parece culparlo por matar a Volker, aunque está claro que amaba a ese tipo, pero para Darío ver esos chicos fue un golpe y está muy callado.

    Jorgen ha sido objeto de una adulación absurda, pero me alegra notar que no le ha afectado en absoluto: puede ser un alocado en batalla, pero supongo que todo lo que ha vivido le ha dado algún buen sentido. Cartyan y Cler Amory, acostumbrados a mandar un castillo, y Ellyse, han estado trabajando con Rhea para reorganizar la corte de Jermaine, y él mismo decidió eliminar algunas de las ceremonias y exhibiciones tradicionales de su toma de mando, cortando en seco a algunos nobles que protestaban porque “ una armadura a su medida de oro y bronce es tradicional, señor”  con el comentario de que no planea guerrear pronto y son un país derrotado y con problemas económicos. Sí se puso la tradicional capa negra de terciopelo con borde de oro, y bajó a repartir cerveza y hogazas al pueblo, cosa que veo acá no se estilaba: se arrodilló en la plaza al pie de su espada y le prometió al pueblo paz y amistad con los Condados y Haender: hizo liberar a un puñado de hombres condenados a muerte por no querer combatir para Volker, y electrizó al pueblo al nombrar a una joven viuda noble de quien Rhea habla muy bien, Lady Britta, como la primera Warchmeister mujer, para que sea parte de su Consejo.

    Sospecho que de las tres chicas que le presentaron, dos bellezas rubias altas y curvilíneas y ella, alta y robusta como una albionita, con una sonrisa ancha y una masa ingrávida de rulos rubio rojizo, fue la que más le gustó. La primera fue la que me pareció más bella a mí, con suaves ojos castaños, labios muy rojos y el pelo recto como una lanza, un busto considerable, pero Britta parece simpatizar con Jorgen sinceramente, lo que me alegra mucho.

    El pueblo está emocionado con él: las ancianas salieron de sus casas a bendecirlo, lo que parece ser algo extremadamente raro. Le gritan una frase que Amory me traduce: él y Cartyan hablan todos los idiomas de la península, y Dari, que también agarra los idiomas como una esponja se enternece.

    - Le están diciendo que han perdido a sus hijos en la guerra así que ahora él tendrá que ser su hijo.-

    - Le dijeron “ Será como si hubieras salido de entre mis piernas”.- traduce Dari menos delicadamente, pero se le han humedecido los ojos, y siendo como, es desmonta y va a ellas. Quisiera detenerla, porque el racismo de Jermaine por los Vidan ( de toda la península, vaya) es bien conocido y probablemente la confundirán con su aspecto del desierto con uno: pero para mi sorpresa la reciben con afecto, se arrodillan para besarla, charlan con ella un buen rato. Creo que la hace popular el que a Dari la idea Jermaine de que las mujeres nunca cruzan las verjas de sus casas si pueden evitarlo no se le hace tan rara como a Ellyse o Iryna: creció en harenes, después de todo.

    Jorgen les hace reverencias, pero Dari insiste en tomar el té con ellas, una bebida básicamente negra que dice que es el “ primer té como corresponde que toma desde que salió del Imperio”. Sett Zobeida, su aya, parece horrorizada, pero Dari la ignora y le habla del desierto a las viejecitas, y cuando ellas le presentan sus gatos ( unas monstruosidades dos veces más grandes que Suleimán y peludos como zorros) no hay quien la saque de ahí, así que me siento a esperarla mientras el resto sigue a la comitiva de Jorgen.

    - Planea quedarse con nosotros, Cler?- me pregunta un sacerdote de Rhun, que se ve menos repulsivo que la mayoría: es joven, y tiene una cicatriz en el cuello.

    - Él se quedará.- le digo, apuntando con el mentón a Gertram, que también habla perfecto Jermaine y sigue a Jorgen con la atención de un hermano mayor.

    - Oh, el Cler Gertram.- dice el joven, reconociéndolo.- Me preguntaba si querrá darnos clases de combate…-

    - El nuevo Duque no planea guerrear. Es muy amigo de los Condados y del rey Dario.- le digo con severidad, a lo que el joven sacude la cabeza.

    - Oh, no pensaba en eso. Pensaba en el Sur…- musita, lo que captura mi atención.

    - Qué sabes de Mittani…? Cuál es tu nombre?-

    - Fredych. Y… ya nos conocemos, Cler Conrad.- me dice con un mohín, una chispa de humor.-

    - Sí?-

    - Sí.- me dice, trazando una línea de la cicatriz en su cuello, hasta su cintura casi.- Gaol Ethel.-

    Oh.

    OH.

    - No puedo decirte que lo siento…- suspiro, a lo que él menea la cabeza.

    - Nosotros lo atacamos. Afortunadamente, el nuevo Duque no parece que vaya a buscar más sacerdotes de Gorn…-

    - Gorn?-

    - Los… que hacen cosas con muertos.-

    - Quedan aún?-

    - No. Cuando cayó Volker, el pueblo se amotinó y colgó a varios. Sus monstruos preferían comer niños sobre todo…- suspira Fredych.- Un par se escaparon a Mittani, con algunos de los nobles que apoyaban a Volker. El pueblo está harto de guerra, mi señor Cler. Si el Duque quería ganar los corazones, nada podía ser más astuto que hablar de una paz permanente y demostrar que se entiende con el rey Dario.-

    - No es una estrategia. Jorgen es sincero.- le digo, un poco aliviado. – Entonces se han cansado de guerra?-

    - Yo fui de los afortunados que volvió. Jermaine perdió casi un tercio de su población entre guerra y hambre: y después de las últimas dos guerras… hay demasiadas mujeres y niños que no tienen marido, padre ni abuelo. El pueblo está realmente exhausto. Los sacerdotes de Rhun hemos perdido mucho crédito también, por lo mismo.-

    - Hay hambre, Fredych?-

    - No hambruna para morir, ahora, con los envíos de Dario, pero la mayoría no ha visto una fruta en meses. Estábamos comprando naranjas y limones en Mittani para los niños, pero… ahora se han cerrado por completo…-

    - Háblame de Mittani.- le digo, dando una ojeada. Dari sigue charlando con el corro de viejecitas, y esta información puede servir. Quizás Ellyse ya ha averiguado, pero me gusta la idea de servirle de algo…

    ________

    Nos toma tres días instalarnos, y las fiestas de la coronación, otros dos. El día después de la coronación, me levanto con todo Caer Caesorious en silencio: lo mucho que aíslan las paredes de roca es impresionante. Pero supongo que todo el mundo duerme a pata suelta: la ceremonia de coronación duró todo el día y toda la noche, y si yo pensaba que los nobles de Haender eran bueno para jaranear, los Jermaine son máquinas de fiestear. Pasan del más profundo orgullo y espiritualidad a blandir jarras de cerveza que las mujeres tiene  que levantar con ambos brazos y a reír y dar palmadas como niños: su humor es muy negro, pero no parecen guardar rencor por la guerra, aunque sí a la magia. Dario es recibido con honor y brazos abiertos: a Ellyse, en cambio, la miran con desconfianza, pero ni con la mitad de la ira con la que hablan de los sacerdotes de Gorn, esos necromantes. A mí también me guardan bastante respeto, y Freydich no fue el único en mostrarme heridas que supuestamente hice en Gaol Ethel: uno me dijo expansivamente después de unos tragos que yo había decapitado a su jefe y mandado la cabeza a veinte metros de un sablazo. Pero que estaba bien, porque era un bastardo. “Así que brindemos por mi difunto capitán!”

    Intercambio miradas con Gertram, que ya ha vivido aquí y parece la mar de divertido. Dari también tiene la noche de su vida, bailando y bebiendo más de lo aconsejable, sacando a bailar hasta a Cartyan, que no podría haberse azorado más si ella lo hubiera desvestido: Jorgen, por su parte, saca a bailar a Rhea ampulosamente. Pero la ceremonia, en el antiguo salón de bronce, es larga y seria: el sacerdote de Rhun lo unge, le entrega la espada y el escudo de Jermaine, y le abre una vena del brazo para untar el trono con su sangre. Toda la oscura imaginería de esa ceremonia, el carbón encendido que lo hacen sostener hasta quemarse la piel, la gota de aceite encendida que debe tragar, el mechón de pelo que le cortan para quemar, me hace pensar en magia oscura y malvada: pero Jorgen sigue siendo el mismo luego, y cuando bajamos a la entrada del castillo en donde se agolpa la gente para darle la bienvenida a su nuevo Duque con mucho sacudir de paños dorados, se ve seguro y sonriente, la pesadas hombreras doradas en sus hombros.

    Ahí tenemos el primer tropiezo, porque le traen un buey y un oso enormes para que decapite. Jorgen, que jamás ha cazado, me mira en búsqueda de ayuda, horrorizado: los pobres animales parecen haber sido criados justamente para esto y están muy confiados. Cler Amory y Cartyan, que son realmente listos, le susurran, y Jorgen se adelanta, una mano en cada uno, y anuncia que como ha prometido, no habrá más muerte, y como símbolo de su desinterés en la guerra, el oso y el buey vivirán.

    La gente parece opinar que eso es tan divertido como matarlos, y proceden a emborrachar al oso y al buey en sus celebraciones, y opinar que es desopilante que el oso acabe metiéndose entre los bailarines de la plaza y participando de las comilonas, y que el buey se instale en la iglesia de Rhun y coma con los sacerdotes, que le colocan un cinturón de consagración entre hilaridad y muchas caricias. Yo miro a Ellyse, que me devuelve la mirada con la misma incomprensión resignada: esta gente es realmente muy rara.

    La celebración después de las últimas ceremonias es expansiva y alocada: por lo que me cuenta Freydich, coronaciones es una de las únicas ocasiones en que las mujeres pueden salir a la calle y bailar en público. Dari tiene la dulce idea después de su charla con las viudas de llevar a Jorgen por la ciudad a golpear la puerta del hombre y la mujer más ancianos del pueblo, con regalos y comida, y pedirles de rodillas su bendición: cuando los ancianitos lo bendicen, mientras suenan las campanas de la tarde, incluso yo siento la emoción de un buen comienzo. Pero después de eso la fiesta se vuelve una jarana, y cuando volvemos a Caer Caesorious todos los muchachos ya están algo achispados, y hasta Ellyse, sentada con Rhea en un rincón, están riéndose como tontitas.

    Hay poco baile: los Jermaines prefieren beber y comer, con lo que no estoy muy en desacuerdo. Amory y yo damos cuenta de bastante asado, y Dario me comparte unas empanadas de carne extremadamente grasientas y sabrosas, pero pronto elijo agarrar una jarra de vino e irme a un rincón a beberla y observar. Por una vez, este inmenso lugar se ve hogareño: en la tibia luz de las grandes chimeneas y las filas de velas perladas, las caras son animadas y parecen honestas. Britta, la viuda que Jorgen ha añadido a su consejo, le habla con animación, Cartyan asientiendo al otro lado. Lady Iryna no ha bebido, pero se ve cansada y algo mareada: cuando la veo dar un traspié la escolto a su cuarto. Ya se le nota una pancita redonda bajo el cinturón de medallones.

    - Tu Ellyse me estuvo amenazando.- me dice sin rodeos, muy irritada.- no tengo intenciones de hacer ninguna tontería por apariencias, para que sepan.-

    - Nadie puede obligarla a nada excepto usted misma, mi Dama.-

    - Oh, guárdate los aforismos sacerdotales, hombre exasperante!- me dice, en el umbral de su habitación, palmatoria en la mano.- No quieres entrar y mm, arroparme bien? –

    - No creo que sea apropiado.-

    - Porqué? Más embarazada de lo que estoy no me puedes poner.- dice ella con lógica. No puedo evitar que su desparpajo me haga reír.

    - Mi querida Dama. Descanse esta noche, le ruego.-

    - Ni sé por qué me gustas, santurrón.- dice cuando doy media vuelta tras una inclinación.- Pero seguro que si me hubiera sentado en ti y no en Edvar no estaría sola con esto.-

    - No está sola en esto, mi Dama. Ellyse puede haber sido áspera con usted, pero estará a su lado, y yo también.-

    Espero que piense; que evalúe el futuro de ambos. Me voy por los pasillos, que ya empiezo a aprenderme: creo que a lo lejos oigo a Arles cantando… con Gertram, vaya. Pero en el pasillo junto al salón encuentro a Vania, echada en una banca frente a un tapiz, piernas cruzadas, un vaso de vino en su regazo.

    - Hola, hola, albionita apuesto!- me canturrea.

    - Vania, estás ebria.- le digo con afecto. Ella se echa a reír, abierta y ruidosamente, y eso me alivia tanto.

    - Solía aguantar más. Creo que fue la aventura en Mittani lo que me convirtió en alfeñique.- dice pensativamente, luego. Palmea la banca a su lado, en donde me siento, y los dos miramos el tapiz, que representa osos bailarines. Ella apoya la cabeza en mi brazo, y la rodeo con él, de buena gana.

    - Por una parte...- me dice, levantando un dedo y luego otro, con la autoridad de los ebrios.- Quiero que vayas a Mittani y le des una paliza a esos desgraciados. Por otra parte...- añade, mirándome desde debajo el flequillo que le cae en las cejas.- No quiero que vayas, porque no quiero verte de nuevo con las tripas por fuera.-

    - Nada pasará.- le digo con fe. Ella me mira de reojo.

    - Sabes que Vaiti quiere ser Sacerdote de Tyr, ahora?-

    Oh, mi chiquitín. No puedo evitar sonreír, y ella me da un codazo muy huesudo.

    - No me gusta nada la idea! Matar y morir, privaciones, y encima yo quería nietos!-

    - La mayoría de los sacerdotes de Tyr no combaten, Vania.-

    - Claro. Seguro que quiere unirse para pelar patatas para los pobres. Por supuesto que quiere ser un Cler guerrero! Sigue admirándote...- dice con un suspiro, e inesperadamente se mueve y se sienta en mi regazo.- Y a mí me sigues gustando. Ese corte de pelo, toda esta mejora de aspecto te sienta mucho...-

    - Vania...- musito, enternecido y a la vez halagado.- ya sabes que no...-

    - Me dijiste que lo de Fredda era cuento!-

    - Lo era. No he roto mis votos, no los romperé...-

    - No hay nada que pueda hacer para convencerte?- me dice con un mohín, sus dedos aún vendados en mi mejilla. Ah, mi hermosa y valiente Vania. Ella inclina la cabeza, y me besa la mandíbula, el pómulo, y aunque levanto una mano entrelaza sus dedos con los míos, sus pobres deditos heridos.- Porque todavía me gustas, Conrad. Cuelga esa maldita sotana, te vienes conmigo...-

    - Con todo lo que el rey hará para premiar justamente tu valor, vas a poder tener a quien quieras...-

    - Le diré que me regale este Cler!- se ríe, y me besa. Soy tan débil y sin embargo... sin embargo en su caricia hay algo justo, algo tierno, algo de lo que he tenido hambre tanto tiempo. Me siento tan solo: Ellyse tiene a Davim: mi cuerpo necesita tanto esto, pero... pero, aùn con el deseo que siento de dejarme llevar, hay algo, algo que en mí que sabe que no está bien...

    - Vania, no...- musito, apartando mis labios de los suyos. Ella bufa, apoyando la cabeza en mi pecho.

    - Porqué no? Porqué diablos no? Seríamos muy felices! Aunque sea una vez... sé que se te permite ir con chicas de pago, no es así?-

    - No con sentimientos. Y tengo sentimientos por ti, mi querida...-

    Vania me besa la nariz, aún cuando le retengo la mano que iba a bajar por mi cinturón, y oigo un susurro de seda.

    Es Ellyse. Está en el pasillo, una palmatoria y dos copas en la mano, y parece... no, no tiene ninguna expresión. Ninguna.

    Todos mis reflejos dice que me ponga de pie y deje a Vania caerse al suelo, lo que es inaceptable. Me quedo quieto, y Vania, ebria como está, suelta una risita.

    - Nos han pillado... hola, señorita Ellyse. Le estoy pidiendo a Conrad que me haga un bebé. Convirtió a Vaiti a la religión de Tyr, si no consigo otro bebé, no voy a tener nietos!!-

    - Lamentablemente Conrad no puede hacerte uno.- dice Ellyse, con algo en la voz. Está enojada?

    - Oh, pero sí puede! Esas cosas que decía el príncipe Davim de que los cortan es mentira, no se acuerda cuando estaba herido y lo bañamos...-

    TYR.

    - No puede hacértelo porque arriesgaría infringir sus votos y en este momento, excepto quizá Lord Romwen y Lord Andreith, es el sacerdote con más poder clerical de la península, y el único que puede ayudarme a destruir las fábricas de Mittani. El bienestar de la península depende de su poder, que a su vez depende de su fe. Así que por favor no lo tientes a arriesgar su estado de gracia, o sedúcelo después de que acabemos la misión, por favor.-

    Vania se baja despacio. Parece más sobria, y algo avergonzada.- Lo siento, mi Dama. No pensé...-

    - No pasa nada.- le digo, con dulzura. Ellyse pasa entre ambos y sigue caminando, con la espalda muy derecha. No me sorprende que se haya molestado por mi inconsciencia...

    Su cara aún es severa cuando la encuentro por el pasillo adonde iba camino de acostarse un par de horas luego, pero cuando me encuentra, con Jorgen, Gertram y uno de los jardineros jefes de Jermaine ( mi cara cuando dijeron jardinero fue bastante escéptica porque no he visto una planta que no esté en un plato en todo Caer Caesorious, pero aparentemente se pueden hacer jardines con rocas. No tenía idea) supongo que le gana la curiosidad.

    - Qué están haciendo aquí?- me dice, una chispa de sonrisa en sus ojos.- y porqué estás tan feliz? Estás casi dando saltitos.-

    - Podría dar saltitos.- le digo, a lo que cuando sonríe casi lo hago.- tengo algo para mostrarte!-

    Supongo que dice mucho sobre su confianza en nosotros que en la mitad de la noche, en un vestido formal que limita sus movimientos ( las mujeres Jermaine no usan joyas, pero bordan sus vestidos y corsés con todo tipo de hilos hasta que cada vestido es una obra de arte rígida y pesada como una armadura: Ellyse se quitó sus joyas rápidamente en cuanto se dio cuenta en la fiesta, pero se dejó sobre el pecho nuestra ridícula ágata blanca) nos sigue por pasillos hasta salir del castillo, subir un montón de escalones en la cíclopea terraza y seguir por un sendero en el borde de la montaña. Está tan sombrío, que mientras el jardinero va delante con una antorcha y Gertram nos sigue con otra, camino por el borde del precipicio y la tomo del brazo, asegurándola.

    - Qué es esto?- dice, cuando el sendero se bifurca y entramos a una gran cueva oscura, la entrada con tantas estalagmitas que es un poco como entrar en la boca de una bestia gigantesca. Gertram levanta la antorcha y podemos ver una cueva inmensa, tan alta como el castillo en la ladera de la montaña, la cual huele vagamente a cadáver, y un  montón de bloques de piedra grandes como una casa se apilan en el centro, con runas, señales de fuego y marcas de sangre vieja.

    No tengo que responderle. Ella mira los símbolos en las paredes, los huesos abandonados en el suelo, y frunce el ceño.

    - Éste era el oratorio de los sacerdotes de Gorn.- dice el jardinero tristemente. - Se oían gritos todas las noches...-

    - Gracias por mostrármelo, señor.- dice ella con una inclinación, pero cuando se vuelve a mí, frunce las cejas al ver mi cara de felicidad, y vuelve a mirar el montón de enormes rocas.

    Y entiende. Mi Ellyse siempre me entiende, y empieza a sacarse los guantes de encaje despacio. Son muy bonitos para congelarlos, supongo.

    Los horrendos y malditos bloques de piedra miden entre uno y cuatro metros de alto, con un diámetro que no baja del metro y medio. Ellyse los rodea sacando ecuaciones en su cabeza, seguro: yo los toco, tratando de estimar su densidad. Esto no va a hacer fácil, pero quizá ayude en algo el que odio tanto estas atrocidades que tengo ganas extra de convertirlas en cenizas.

    Dejo que ella lo intente primero. Coloca sus manos sobre esas manchas trágicas, cosa que detesto: odio la idea de esa sangre sucia tocando su piel fina. Pero ella se concentra, y las piedras se manchan de blanco, como una escarcha súbita: un momento luego crujen, y ella, inspira, tensa los hombros, se marca su mandíbula…

    Y la piedra se parte de arriba abajo, pedazos más pequeños cayendo por los lados, la rotura más y más grande hasta que en el suelo quedan al menos diez trozos. Ellyse se detiene: veo como clava los pies en el piso para anclarse, y no se tambalea, pero sé que está mareada. Se ha puesto pálida, y su hombro, cuando lo toco, está como hielo.

    - Estoy bien.- dice con voz firme. – Tu turno, Conrad.-

    - Gertram?- le pregunto.- Quieres probar?-

    - ya he probado.- me dice él sin ninguna presunción.- Puedo ocultar de la vista a Jorgen, Cartyan y nuestros caballos. Pero no puedo quemar nada más grande que un libro, por mucho que lo intente, es como esos pedacitos de yesca que uno frota y dele y dele y dan una chispita toda triste…-

    Ellyse y Jorgen se ríen: me alivia ver que mi muchacho, tan educado que se ha vuelto, saca una pequeña cantimplora y le ofrece un sorbo a Ellyse: debe ser algo dulce y alcohólico porque le vuelven los colores.

    Voy a uno de los bloques, tan grande como el que ella destruyó. Pongo la mano, y cómo odio esta necromancia. La llama negra salta, chispea, devora: el juicio de Tyr pasa a través de mí, furioso, devorando la piedra como si fuera carbón. Se toma un poco más, pero nada, ni agua, apagaría la llama: un rato luego son ascuas rojas. Lo suelto, la piedra ya deforme y de la mitad de su tamaño. Me siento un poco febril, pero es todo.

    La segunda piedra, una más grande, se hace pedazos tan satisfactoriamente como la primera, pero al acabar Ellyse cae sobre una rodilla antes de que la agarre y se la pela en las rocas. Ver su sangre me irrita, supongo, porque mi segunda piedra no me cuesta nada, ardiendo como una antorcha.

    - Si tuviéramos todo el tiempo del mundo y no oposición lo práctico sería que Conrad quemara todas esas fábricas malditas.- dice Gertram, parchando su rodilla con una servilleta de tela mientras Jorgen la sostiene. Ella no dice nada, pero tiene la vista desenfocada.

    - Si tuviéramos todo el tiempo y ninguna oposición no habría que quemarlas.- dice ella con lógica. – Haremos todo lo que podamos: los barriles ayudarán.-

    - Qué están haciendo ustedes acá tan solitos, uhm? Britta te estaba buscando para bailar.- dice una voz, y veo a Davim con Arles asomarse. Los dos han bebido demasiado: Arles está ronco por cantar toda la noche. Davim tiene a Thetys en el pelo, y señales de garritas en la cara: Suleimán tiene muchas ganas de morder a Thetys, y ella ya ha usado las tenacitas más de una vez en la nariz esponjosa del gato.

    - Conrad está presumiendo para Ellyse.- dice Jorgen con toda la cara.- Ahora iba a sacarse la camisa, como Alain.-

    - No iba a sacarme nada, pero estoy sudando.- gruño.

    - Puedes sacártela si te molesta.- me dice ella con su mejor no-expresión de cuando se está riendo. Arles va a exclamar sobre su rodilla, pero ella va a saltitos a la pata coja a una tercera roca, ésta más grande que las demás.

    Me preocupa, pero no digo nada. Mejor que pruebe aquí con todos nosotros. Lleva el manto de Gertram en los hombros; ya tiene frío cuando empieza. Tensa los brazos, inclina el torso: la escucho gemir muy bajo cuando se inclina más, casi tocando la roca con el mentón, ambas manos planas, esforzándose como si la empujara, tan chiquita contra esa mole. La escarcha empieza a aparecer, pero no oigo el crujido que espero, y ella está esforzándose tanto que sus brazos tiemblan, que veo venas en su cuello…

    Voy a decir que pare, que ya basta, pero Arles me toma el hombro.

    - Ayúdala! Tú desde arriba, ella desde abajo, frío y caliente!-

    - Cómo?- murmuro como un estúpido, y de repente entiendo. Sé lo que pasa cuando uno pone agua hirviendo en una taza escarchada por la mañana: viví en Albión, misericordia. Avanzo hasta ella, hasta que siente mi presencia a su espalda, y pongo las manos a los lados de las suyas, invocando mi poder. Ella gira la cabeza para mirarme, pero no se detiene, y veo por su gesto que entiende súbitamente, y redobla sus esfuerzos.

    Tenso mi cuerpo: el suyo helado queda acunado contra el mío. La roca está tan helada que siento que me quema las manos por un momento, pero cuando suelto mi poder, la piedra cruje de inmediato. El alivio me hace sonreír, pero entonces ocurre algo muy extraño: el poder de Ellyse se ensancha y amplía de súbito, y el hielo amenaza con devorar mi llama. Instintivamente, saco fuerzas de Tyr, lo invoco en un susurro para contrarrestar, y algo… algo fluye de mí a ella, algo de su magia y hielo pasa por mí, o tal vez mi llama pasa a través de ella. No estoy seguro. Pero siento una conexión, algo diferente, que se siente, se siente…

    … se siente dulce, de algún modo. Es como palear en un remanso de un río hasta que de repente, el bote entra en la corriente, y te arrastra, te lleva sin tener que esforzarte más, algo más grande y poderoso que tú yendo en la dirección que quieres…

    Ellyse jadea, y apenas tengo un segundo para darme cuenta que la piedra vibra bajo mis manos. Doy un paso atrás arrastrándola, la abrazo envolviéndola en el manto y cubriéndola con mi cuerpo, porque la piedra salta en mil pedazos. Un pedacito me pega en el hombro: Gertram, con su mala suerte, recibe uno en pleno ojo.

    - Joder!- exclama Davim, como siempre encantado con la destrucción.- Oooh, Galharsen, qué lindo!-

    - Es simple… lógica… cómo no pensamos en esto antes…- protesta Ellyse en mis brazos, desde debajo de la manta, buscando la salida a manoteos. Se ve lúcida y sonriente, no mareada ni débil: yo me siento afiebrado, pero su cuerpo fresco en mis brazos es justo lo que necesito y no la suelto aún.- Mira, se ha duplicado el efecto, ahora estoy segura que lo lograremos!-

    - Ahora estás segura?- jadeo.- Y antes qué, tenías fe simplemente?-

    - Tener fe es tu trabajo.- me dice ella todo hoyuelos y sonrisita. Es mi poder el que le dio fuerzas? O es sólo la alegría de ver esta magnífica destrucción? Está radiante.

    Como sea, me niego a forzar más su energía, porque nos iremos en un día: la pastoreo a acostarse, Davim la obliga a comerse un buen pedazo de hogaza con mantequilla y miel, Arles le ofrece un pastel dulce a base de cerveza que es lo más cercano a las tortitas que encuentra. Cuando ella desaparece en su cuarto, los demás me arrastran al salón, en donde la fiesta continúa: pero nos sentamos en un rincón a mirar a Dario charlar con Rhea y a Dari bailar con Suleimán. Jorgen me trae una enorme jarra de un licor de nuez, muy fuerte.

    - Bueno.- dice Gertram tras una pausa.- concuerdo que eso fue impresionante. Pero lo difícil va a ser meterlos en tres fábricas sucesivas, sin que los Vidan esclavos queden debajo.-

    - No quiero matar a nadie, Gertram.- digo cansadamente. - No me gusta más que a mí que no tengamos muchas opciones. Pero para eso llevaremos una veintena de caballos y salvaremos a cuantos podamos.-

    - Yo los salvaré.- dice Davim con una seguridad asombrosa.- ustedes ocúpense de huir a tiempo y juntarse con Alain, con mi Ellyse a salvo. Yo me traeré a esos Vidan por las montañas, verán que les damos esquinazo a esos esclavistas.-

    - pensé que estabas a favor de la esclavitud.- le digo con cierta aspereza. Davim se bebe su licor de un sorbo, pero se ha puesto serio.

    - Vi las manos de la señorita Vania. No estoy en absoluto de acuerdo con eso, Conrad.-

    Jorgen da un puñetazo en la mesa.- Y Jermaine tampoco! Hay algunos nobles que todavía tienen ganas de guerrear acá y han tratado de convencerme. Dario y yo los estaremos esperando en el Paso de Mittani. Una vez los Vidan estén en mi tierra, que se atreva Mittani. Si tanto quieren guerrear…-

    - Me preocupa que tu gente está acostumbrada a depender de Mittani para frutas y verduras, y también semillas, arroz….-

    - Iryna me ha prometido que nada nos faltará. Bromeó sobre mandarme su guagua en un cesto, sí.- dice Jorgen con una sonrisa.- Bah. La recibiría. Nos hacen falta bebés.-

    - Como va tu trabajo de hacer al menos uno?- dice Davim. Para mi sorpresa, Jorgen se azora, baja la vista, balbucea y finalmente huye de ahí a escape, Gertram como su sombra. Arles menea la cabeza y dice que los muchachos de hoy en día son patéticos, porque Cartyan bailaba con Britta como si ella fuera un oso con vestido. Eso me hace recordar el comentario que una vez me hizo Ellyse sobre bailar con ella como si fuera una tetera de agua hirviendo, pero ahora en vez de avergonzarme lo que hace es enternecerme. Era un tonto aún en esa ocasión, tan obsesionado con mi pureza y dignidad…

    - Están felices, tú y Ellyse?- musito, mirando a Davim a los ojos. Él parece tomado de sorpresa, pero luego se encoge de hombros.

    - Te voy a ser honesto. Hubo un intento, un valiente intento. Pero no soy lo que ella quiere, no es el momento…- suspira.- Y no soy del tipo que ruega. Pero no le digas nada. Ella no quería que supieras nada de esto, me pidió... no la abandones, de acuerdo?-

    - Jamás la abandonaré.- digo poniendo mi jarra vacía en la mesa.- Gracias por ser bueno con ella, Davim.-

    Davim sonríe, pero hay una tristeza en sus ojos que me habla de la muerte del sueño que acariciaba, de tener a Ellyse para sí: la ama tanto como yo, al menos. Hay hombre a quienes le basta que la que aman sea suya: Davim quiere verla feliz, aunque lo llame su propio orgullo.

    Oprimo su brazo antes de irme a la cama. Me levantaré temprano para ver si logro destruir un par esas malditas piedras más.

    _________

    Poco después de amanecer, aunque me pesan las piernas, me levanto para entrenar un poco. Tengo que estar completamente seguro de lo que puedo hacer: Ellyse confía en mí. Ya salir del castillo a la ladera es un buen ejercicio: es un centenar de escaleras. Pero aún estoy buscando a mi camino en el área de las recámaras, maravillosamente silenciosa, cuando a la pálida luz del amanecer veo un trasero redondo y naranjo pasar, pasitos determinados pero afelpados, por un pasillo.

    Este gato.

    - Suleimán, ven aquí!- ordeno en un susurro.

    - Miawwwwo.- oigo. No debería andar suelto, no con esos gatos de Jermaine del porte de un perro mediano. Avanzo por el pasillo silencioso, y efectivamente ahí está, arañando la puerta tallada con llamas de Jorgen, los dormitorios reales. No sé cómo se ha salido de las habitaciones de Dari, pero antes de que lo agarre, el maligno gato, en vez de correr a mis brazos como siempre hace cuando no debería, toma vuelo, se cuelga del picaporte, y se cuela por una rendija abierta a la habitación a oscuras. Oh, misericordia, gato exasperante.

    - Jorgen…- musito asomándose.- Suleimán se ha metido en tu cuarto, perdona que te moleste…- suspiro. La habitación está negra como la noche: voy a una ventana, descorro un poco la pesada cortina de gobelino dorado y negro. Un rayo de luz cae sobre masiva cama, en donde Jorgen duerme abandonado de espaldas, torso desnudo, y Suleimán camina por la cabecera, para luego tomar vuelo, saltar a la almohada y poniendo efectivamente la cola en la cara de Jorgen, empezar a meter las zarpas entre las sábanas hasta desenterrar un largo mechón de rizos negros.

    Oh, Tyr. Jorgen no está solo, y me he metido en su cuarto! Me muevo para agarrar el gato, y salir de ahí a escape, terriblemente azorado de haber interrumpido este encuentro de mi muchacho con alguna de sus posibles prometidas, pero antes de que agarre a Suleimán, me doy cuenta que definitivamente ninguna mujer Jermaine tiene esponjosos espirales negros por cabellera.

    Jorgen parpadea, tratando de sacarse el culo de Suleimán de la cara, y Dari, completamente desnuda, se endereza en un brazo y agarra a Suleimán, que se desploma cubriéndole el pecho.

    - Gato malo, molestoso… eres tú, Conrad?- dice volviendo a recostarse contra el costado de Jorgen, y bosteza.- Mmm, nos traes desayunito?-

    - Dari.- digo sin voz. Creo que se me podrían caer los ojos de las cuencas. No tengo aire, y es mejor, porque siento que cuando tenga aire voy a aullar. Ahora sé cómo se siente ese volcán cuando explota, misericordia. Jorgen se da cuenta de algo, y aunque los dos se ven más que adormilados y atontados, llenos de marcas de pasión, ojeras y con los ojos diminutos aún, extiende una mano hacia mí.

    - Conrad… no te enojes… es que nos queremos, ves?-

    - Conrad nos protegerá.- dice Dari con total convencimiento.- Ahora quiero unos huevitos…-

    - Dari, vístete y vete a tu cuarto.- digo casi sin voz. Dari se levanta, con un puchero y una estirada, y se demora bastante paseándose sin un hilo encima hasta encontrar un túnica que ponerse, porque veo que su vestido de la noche anterior está desgarrado y hecho pedacitos. Tengo que cerrarle yo la túnica: está tan dormida y resacosa que no encuentra los botones. Cuando acabo de ponerla decente, le pongo a Suleimán en brazos y la escolto hasta su cuarto sin decir nada. Tyr, tiene marcas de besos y mordiscos hasta en las orejas, los labios inflamados, y camina notablemente con los pies muy separados.

    - Dari…- digo al fin, mi voz ronca, mi cuerpo tenso de las ganas que tengo de agarrarlos y sacudirlos a los dos, sacudirlos, sacudirlos hasta que se den cuenta de lo que han hecho.- Dari, tú querías, verdad? Jorgen no hizo nada malo?-

    Dari estira un brazo en lo que Sett Zobeida, la pobre señora trasnochada, espantada y que seguramente sabía esto y que teme que los empalen a los dos, abre la puerta y la abraza, antes de mirarme aterrada.

    - Claro que no! Yo quería… lo quiero, Conrad. Quiero ser su reinita, no la de Dario. A Dario no le importo nada y Jorgen sabe hacer tan bien las cosas!- bosteza.- Y me gusta más acá además, se parece más a mi casa. Zobi, quiero un desayunito muy grande con huevitos y carne. Y algo frito. Tengo mucha hambre! Después necesito un baño y no estoy para nadie, tuve tantos orgasmos que me muero de sueño. Buenas noches, Cler Conrad!-

    Zobeida me cierra la puerta, con una expresión de fatalismo en la cara. Y yo… yo…

    Oh, Tyr. Juntarlos para que estudiaran y conversaran y Dari no se aburriera fue idea mía. En retrospectiva, claro que Dari y Jorgen tienen mucho más en común, con sus infancias encerradas y negligidas, lo cerca que han visto la sangre, sus hogares áridos, sus pueblos apasionados, sanguinarios y risueños. Pero dónde deja esto su ungimiento en la catedral de Haender? Sus promesas? Todo el pueblo la conoce como la prometida de Dario. Jorgen se la ha robado, y me doy cuenta con una sensación de injusticia tan profunda, que tengo que ir a contarle esto a Ellyse ya mismo. Justo antes de nuestra misión quizá suicida a Mittani, tengo que ir y decirle que mientras ella se esfuerza en evitar una guerra arriesgando la vida, cierto par está a punto de crear otra en feliz inconsciencia, y se me cae la cara de vergüenza.

    Jorgen ha tenido la decencia de vestirse, airear la habitación y lavarse. Está sentado esperándome, y la aprensión en sus ojos lo honra, porque está claro que no teme por sí mismo, teme por lo que le haya dicho a Dari.

    - Yo aceptaré toda la culpa. Que diga que la forcé si es necesario. Dari no tiene la culpa de nada, yo la seduje, no van a castigarla…-

    - Jorgen.- digo cansadamente.- Tú no podrías seducir ni a una sacerdotisa de Henma. Dari está claro que está abiertamente enamorada de ti y quiere estar contigo.- suspiro, y él no puede disimular la felicidad en sus ojos.- Pero no sé cómo vamos a arreglar esto. Ella es básicamente la mujer del rey y ya se sentó jurisprudencia con lo de Lester y Sehayanka. No sé cómo ayudarlos, hijo mío.-

    Jorgen se frota la cara. Tiene más marcas y mordiscos que Dari, incluyendo un gigantesco chupón en el cuello y una oreja roja: esta niña es un animalito.

    - Habla con Ellyse de nosotros. Seguro se le ocurre algo. Seguro nos salva! Ella salvó a Cler Lester, ella sabrá que hacer, puede hablar con Dario, explicarle… ella es tan inteligente, seguro piensa en algo…-

    Y es entonces que mi ira estalla. El convencimiento en su cara de que Ellyse arreglará todo es como acercar fuego a esos barriles: cuando me levanto, Jorgen se echa atrás como ante un monstruo.

    - Y POR QUÉ? Porqué tengo que ir a pedirle eso? Porqué tiene que arreglar TUS problemas? Porqué tiene que quebrarse la cabeza porque ustedes sean estúpidos inconscientes?!

    - Lo siento.- murmura Jorgen, pero me mira, envalentonado, y sí, con orgullo en los ojos, es descriteriado.- Pero… pero estamos enamorados de verdad!!-

    Su declaración me desarma. Cómo voy a abandonar a mi muchacho? Cómo voy a desear otra cosa que la felicidad de Dari? Los quiero tanto. Jorgen se echa en mis brazos y me aprieta como apretaría al padre que no conoció, y le acaricio el pelo con una confusa sensación de amor e irritación que seguro los padres sienten. Quiero ayudarlo. Quiero sacudirlo, también. Pero sobre todo, siento una desolación que no tiene que ver con él: no es su culpa, porque es envidia. Sí, les envidio esa feliz inconsciencia de mandar todo a paseo y amarse, amarse como locos felices, ver lo que quieren y tomarlo sin importarles nada. Tener fe que de algún modo todo saldrá bien, porque se aman.

    Les envidio su egoísmo: no es eso, quizá, el amor? Amar a alguien tanto que todo lo demás te importa un carajo? Quizás no es verdadero amor si puedes contenerlo. Pero por algún motivo esto me ha hecho una herida profunda, una ola de frustración, angustia y desesperanza que no vi venir: y voy al cuarto de Ellyse, casi deseando que Davim esté ahí para recordarme que ella no es mía y todos mis sentimientos son inútiles y absurdos. Después de todo, él debería enterarse: Dari es su hermana y pupila.

    “ Una promesa rota, alguien que traiciona”. No le dijo eso la Vidan, hace tanto tiempo? Oh, Tyr. Yo me preguntaba qué significaba eso.

    Quizás eso signifique la última profecía, que el hombre a quien Ellyse ama tanto le concederá todos sus deseos, también ocurra y finalmente Alain se le declare y… Tyr. De qué sirve todo esto?

     

    La cara de Ellyse, que estaba sola, cuando acabo de contarle me alarma tanto. Había despertado sonriente y rosada, pero cuando me siento en una silla junto a ella, que parece que acaba de vestirse y peinarse, aún con el cepillo de pelo en la mano, veo cómo se le va el color y se demuda. Por un momento se queda en total silencio, y luego tira el cepillo contra la puerta, recoge las rodillas, se las abraza y hunde la cara en ellas.

    Voy por el cepillo. Luego, porque no sirvo para nada más, le hago té.

    - Yo quería irme al campo si sobrevivíamos a Mittani.- gime.

    - Son unos inconscientes.- concedo con absoluta furia, porque ella suena como si fuera a llorar.- Déjalos que revienten, vámonos a tu casa y olvídate de todo.-

    Eso le hace levantar la cara, al fin mirándome.- Qué le pasó al señor Mi Honor Es Mi Deber y todo eso?-

    - Ese señor está muy harto de verte arreglar los fregados de todo el mundo.- le digo, poniéndole el té de Jermaine delante, que es tan intenso que te eriza el pelo. – ya está bueno. Ya son demasiados quebraderos de cabeza, no logramos apagar un incendio y te arman otro…-

    - No sé cómo arreglar esto. – musita ella, tomando la taza con ambas manos, y mirándome con tanta confusión en los ojos que mi corazón se llena de compasión por ella.- No sé qué hacer, Conrad.-

    Me arrodillo junto a la cama, pongo mi mano en la suya.

    - Yo tampoco. Pero ahora hay que concentrarnos en Mittani. Una cosa a la vez. Hablaré con ellos, trataré que se contengan hasta que regresemos. –

    - Si regresamos.- me dice ella, con un suspiro que me asusta.- Tengo tanto miedo que te hieran, Conrad…-

    - No temas por mí. Soy resistente, mi Ellyse. Como sea, adonde vayas, iré contigo.-

    Esas palabras parecen serenarla. Se bebe el té entero de golpe, hace una mueca porque es francamente amargo, y se levanta.

    - Partimos esta tarde. Tengo los mapas, Davim los está estudiando. Llevaremos una tropilla de caballos: no lleves a Voisir. Necesitamos pasar rápido y ligero. Todas las armas que puedas cargar, y unas buenas mantas gruesas, pero ropa ligera. Dario está armando un escuadrón, pero nosotros tenemos que tratar de ser como esos asesinos de Sombra que tiene Mittani.-

    - Me acabas de dar una idea.-

    ___________

    - Eso es sabotaje?- dice Gertram, los brazos cruzados.- Había entendido que iban a ir a guerrear, no a desplomarles sus fábricas sobre las cabecitas sin aviso.- agrega severamente.

    Así de exasperante soy yo cuando me pongo todo moralista?

    - Son fábricas de armas.-

    - Es un ataque sin aviso, sin declaración de guerra. No me gusta, Conrad.-

    - Pero no sin provocación. Han tratado de matar a Ellyse dos veces ya. Armaron a esos piratas, y estaban armando a Jermaine… encima le han dado asilo a esos necromantes.-

    - Es cierto que han tratado de matar a la Dama, pero puede ser porque sea maga. Además, seguro es decisión de los nobles. La pobre gente que trabaje en esas fábricas no tiene nada que ver.-

    Lo sacudiría a él también.- vamos a sacar a esa gente, que son Vidan esclavizados, para que sepas. – digo, cruzándome de brazos.- Y entre tanta moralidad y virtud, cuándo pensabas informarme del asunto de Dari y Jorgen?-

    Gertram parpadea: se ve avergonzado, pero decidido.

    - Porqué tenía que informarte eso a ti? No eres el guardián moral de la Corte. No veo a quién tenía nada que informarle. No es asunto mío, no debía meterme, ni veo porqué tú deberías…-

    - Gertram, sabes que esto podría terminar en desastre, un desastre que probablemente Ellyse tendrá que limpiar!-

    - Sí, por favor que ella haga algo!- la careta de desapasionada contención de Gertram desaparece, su voz aguda y esperanzada de repente.- Ella podría! Que hable con ellos! A mí no me escuchan, ninguno de los dos idiotas, Cartyan sospecha ya, y el par de imbéciles se la pasan besándose cada vez que pueden, Sett Zobeida no da más de los nervios, que Ellyse haga algo por favor!-

    Me cubro la cara.- No crees que está un poquito ocupada con esta misión en Mittani?-

    - Los acompañaré y usaré la Sombra si salva a Jorgen de esta.- me dice con ansiedad. Me echo a reír.

    - En serio quieres negociar con Ellyse? Dónde está tu corrección, Gertram? No estabas recién tan…-

    - Oh, cállate ya!- brama, sentándose pesadamente.- No he podido ni dormir del miedo que me dan esos dos! Son unos locos! No me importa lo que pase mientras se salven, y respecto a ustedes… tengo miedo a que esto sea como Gaol Ethel y de nuevo tú y Ellyse estén arriesgando sus vidas para que no les den ni las gracias! Ya sé que ella es muy inteligente, pero la última vez acabaste con las tripas afuera!-

    - Gertram, lo siento…-

    - Siéntelo menos y no dejes que se arranque con sus locuras entonces, que a ti es al único que escucha!-

    - Es que tiene razón.- suspiro.- Tú crees que me gusta que se ponga en peligro? Pero tiene razón. Por eso Tyr me puso a cuidarla y ser su espada, no entiendes? Es por quien es, que estoy aquí.-

    - No quiero que los maten. Y no quiero que Dario tenga que latigar a Jorgen o algo, no quiero que Dari caiga en desgracia… Davim sabe?-

    - No. Sólo Ellyse y yo. Creo. Pero es cuestión de tiempo. Son muy descarados…- digo tristemente.

     

    A la mañana siguiente bajo antes de que amanezca, un morral a mi espalda y la espada atada en un arnés, porque creo que voy a necesitar las manos libres. El cielo está despejado, casi completamente rosa: a en el horizonte el volcán alterna humo gris y negro, un reflejo de fuego a veces. El volcán más pequeño, bien visible detrás desde la alta terraza de CaerCaesorious también humea, más abundantemente que antes, me parece, aunque el humo es blanco: entre sus fumarolas, aún quedan algunas estrellas.

    El valle de Jermaine duerme, tranquilo en su nueva paz: hay pequeños hilos de humo en algunas casas, imitando el volcán, que supongo son las panaderías, ya levantadas y empezando a preparar la abundante harina que les trajo Dario. Sé que él aún se siente culpable cuando mira a los hijos de Rhea, con los que los vi jugando ayer, pero estoy seguro que Jermaine siente que la sangre de su belicoso ex Duque Volker está más que pagada con esos miles de quintales de harina blanca…

    Me meto en los establos, bajando unos escalones a la derecha del castillo: como todo están tallados en la roca de la montaña, y deben ser realmente muy tibios en invierno, profundos y con su propio pozo. Hay un centenar de caballos, muchos aún durmiendo y otros mirándome con desconfianza, pero un par de muchachos ya están llevando la tropilla que nos acompañará afuera: doce, cargando cada uno de los barriles. No hay nadie más en los establos: no, sí hay alguien. Ellyse ya está aquí, revisando ella misma la montura del caballito ligero que eligió, una hembra baya. La montura está cargada de armas, y ella se ha hecho una trenza apretada que sigue sus movimientos mientras sus manos, que no deberían manejar sino plumas y pergamino, cargan una docena de cuchillos en vainas añadidas  a las alforjas.       

    Ahí está, con ese jubón ajustado y acolchado de hombre que le queda largo, las calzas metidas en la botas, en el cinturón nuevo hecho en Jermaine colgando ese estoque bonito y de un cordón, ese feo guante que yo le hice. No sé porqué ver ese guante apoyado en su muslo provoca algo en mí. Ella está ocupada en sus alforjas, y entre  las quejas de Voisir, que protesta verme ensillar otro caballo más ligero, y el ruido de la tropilla, los doce caballitos con monturas anchas afuera, no me oye acercarme.

    Pero no hay miedo ni disgusto en su voz cuando la abrazo por detrás, ni rechazo en su cuerpo: sólo un segundo de sorpresa cuando le rodeo la cintura con el brazo, el otro cruzándose sobre su pecho tan apretadamente que llego hasta su hombro, mi mentón apretando su sien contra mí. No se resiste, aunque la aprieto con fuerza, tanto como para sentir su respiración. Cuando habla, escondo la cabeza detrás de la suya, y la inclino, pero me quedo capturado, porque en su nuca, justo en donde el músculo de su cuello baja hacia su espalda, descubro un lugar especial que huele a ella, exclusivamente, no a perfume ni a jabón, sino a un aroma que podría identificar entre mil en una tienda de esencias, y cuando lo inspiro con fruición, todo mi cuerpo se oxida como una maquinaria vieja y se niega a moverse…

    - Conrad…- dice en ella en voz muy baja, casi un suspiro.- Qué pasa?-

    No puedo hablar tampoco. Tengo miedo de lo que voy a decir si abro la boca. La oprimo todavía más, pero sigue sin resistirse: dócil en mis brazos, ese aroma en mi nariz, hay unas vagas nociones totalmente estúpida en mi cabeza de cuánto se tardarán los demás, el montón de paja fresca al fondo de los establos y una manta gruesa, pero ignoro todo eso, y sólo la inhalo más, la aprieto más, la sensación de su pelo en mi mejilla una bendición. Ellyse levanta las manos, que van a mis brazos, pero en vez de tironeármelos para que la suelte, los acaricia, y su cuerpo se afloja, se apoya en mí, oprimiéndose en respuesta. Esa sensación me hace inspirar hondo el espacio entre su pelo, bajo su oreja, y cuando su mano cubre la mía en su cintura, es como abrir una ventana por la mañana…

    Hay voces afuera. Estoy hecho un animal: mi primera reacción es de resentimiento. Esa cara ofendida, desconfiada e irritable que pone un predador cuando le interrumpes su cena, y recoge su presa en el hocico, te mira de reojo, y se va al trote con ojeadas desconfiadas y ofendidas bamboleando el trasero. Eso mismo quisiera hacer, tensar los brazos, levantarla del suelo, e irnos lejos, lejos, en donde nadie más nos hable de deberes o embrollos que arreglar, en donde no tengamos que ir a ninguna parte, completar ningún trabajo, preocuparnos de nada más que estar juntos, y solos, en paz. Gruñirle a quien se acerque que es mía, no suya, ni lo piensen.

    - Conrad…-

    - Sentiste eso ayer, verdad?- susurro al fin.- Cuando usamos el poder juntos… sentiste…?-

    - Sí.- asiente ella.

    - Quizás es que Tyr bendice nuestra misión. Quizá Tyr te está dando un poco de su energía…- musito, mis labios en su sien. Ella menea la cabeza, pero no se mueve de mis brazos.

    - No creo en Tyr, Conrad. Pero creo en ti, y qué es el poder clerical sino creer en algo? –

    La amo tanto que no puedo hablar: la oprimo más, y su cuerpo se relaja aún más por un momento, cálido y sensitivo en mis brazos. Es un momento, todo lo que necesito, un paz divina y tan sencilla.

    - Conrad.- musita ella, e inspira, su cuerpo al fin apoyándose bien sus pies. Es tan reluctantemente que la suelto: no sé por qué tengo el convencimiento que es última vez que la abrazo. Me quedo allí, oyendo a Davim silbarle a los caballos, que hace que el que he elegido y el de Ellyse nos ignoren y partan trotando al encuentro de su voz: pero Ellyse se gira, y aunque tengo temor de no tener qué responderle cuando me pregunte a qué vino esto, lo que hace inesperadamente es besarme la mejilla, su mano en mi brazo.

    - Gracias, Conrad. Necesitaba eso.- me susurra, tan tiernamente que me derrito por dentro. Se va tras los caballos: por un segundo estoy patidifuso y no sé qué hacer, pero al fin mi cuerpo hace lo único que sabe hacer bien.

    La sigue.

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    FX

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