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El fascismo y yo

Jun 19, 2024

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El fascismo y yo
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"…no hay en el mundo un pobre tipo linchado, un pobre hombre torturado, en el que no sea yo asesinado y humillado."

Aimé Césaire, “Y los perros callaron” (1956)

Ha sonado la hora de la violencia desnuda

y no hay más lugar para cobardías.

 

En el centro / en la periferia

en un rincón / en todos los rincones

donde mires y veas

donde escuches y oigas

un reguero de pólvora se enciende

se viene encendiendo hace rato

y traza un camino zigzagueante

que incendia la tierra. En su recorrido

hacia el faro del fin del mundo

se alza mi castillo de papel. Lo vengo amoblando

con pasajes como almohadas

con letras como alfombras

con versos como divanes.

La serpiente de fuego se acerca

y yo sueño de noche y de día

sueños dentro de sueños

para evitar la pesadilla.

 

Mi castillo está lleno de espejos

pero tiene muy pocas ventanas

Lo pinté como un oasis para curarme

del horror / todo el horror

pero desde afuera llegan los ecos

del festival de atrocidades. Levanto la vista

y veo la mano huesuda que señala

las campanas que repican.

 

Ha sonado la hora de la violencia desnuda

y no hay más lugar para cobardías.

 

Me atraviesa el incómodo hecho

de que vivo como un átomo

informado e impotente

consciente y desentendido

enojado y desarmado

Mi excusa es que estoy exhausto

y quiero ser feliz

pero nunca seré feliz frente a tanto sufrimiento

Quiero ser voz entre voces

quiero ser ojo entre ojos

quiero ser hueso y músculo

entre muchos huesos y muchos músculos

para formar un puño que se lance

hacia la cara detrás de la máscara

que blande el hambre

el odio

los bastones

y las balas.

 

Cómodas como son, por supuesto,

las cobardías siempre empiezan en casa.

Es fácil disculparse y descansar sobre montañas

de teoría, debatir durante horas sobre

lo que debió haberse hecho antes

lo que debe hacerse ahora

lo que deberá hacerse mañana

y cómo cuándo dónde

y con quiénes sí / con quiénes no

y creerse la mentira de que con eso alcanza

con eso basta

para detener el reguero de pólvora

para asfixiar la serpiente de fuego

que se acerca hacia el castillo de papel.

Pero si es que existen las verdades

y yo creo que sí existen algunas

nombraré tan solo dos:

 

Ha sonado la hora de la violencia desnuda

y no hay más lugar para cobardías.

Ro Rojas Ortiz

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