Antes creí que podía encontrarte en el medio de cualquier multitud, pero ahora sé que, si te veo, no podría reconocerte. No podría mirar tus ojos, porque ellos ya no están, se perdieron y se llenaron de un vacío tan infinito y sin sentido. Odio los vacíos, odio los infinitos, porque no existe nada definido en ellos. Es algo tan inexplicablemente inalcanzable.
Podría morir por abrazarte, pero tus brazos ya no son capaces de contener mi inmensidad, te vas a romper y me voy a romper por querer caber allí. No, no puedo destruir lo que soy para tratar de entrar en ese lugar donde no quepo, donde no puedo ser, ni sentir. No puedo contenerme en vos.
Incluso siento que aún podrían romperme todas esas palabras que un día me dijiste. Siento que caen como miles de toneladas sobre mis malditos y débiles hombros, porque no supe y aún no sé cómo sostenerlos.
Vos tan impunemente me clavaste millones de cuchillos sobre mis pulmones, dejándolos sin rastro de aire, perforándolos. Rotos y sedientos. Fuiste incapaz de verlo, pero no te juzgo, yo tampoco lo vi.
Ambas con las almas rotas. Yo con mi corazón hecho pedazos. Vos, no sé. Vos seguiste, y seguís sin importar nada, con esa insoportable capacidad de ver todo tan sencillo, tan fácil, tan “la vida es así”. Que insoportable. No puede ser que la vida sea tan sencilla para tus ojos. A fin de cuentas, me generas un poco de envidia. Quisiera tener esa capacidad de que me importe muy poco lo que pasa a mi alrededor, pero lamentablemente no es así.
Que sencilla parece ser tu vida ahora que no estás.
Si te gustó este post, considera invitarle un cafecito al escritor
Comprar un cafecitoRecomendados
Hacete socio de quaderno
Apoyá este proyecto independiente y accedé a beneficios exclusivos.
Empieza a escribir hoy en quaderno
Valoramos la calidad, la autenticidad y la diversidad de voces.
Comentarios
No hay comentarios todavía, sé el primero!
Debes iniciar sesión para comentar
Iniciar sesión