El eterno resplandor de una mente sin recuerdos

Me duele claro 

¿Por qué crees que estoy tan enojada? 

Si tengo clavadas mil imágenes:

Tu mirada brillante

diciendo -te asimilo-

Las tardes en el mástil al sol,

las manos con guantes.

Si pinté al óleo tu campera roja, tu risa loca

Tu baile extraño mientras esperábamos el 464

que por cierto ya no lo espero más.

¡Cómo querés que no me enoje! 

Si me acuerdo de la biblioteca,

de tu taza -rarísima- 

o del lago del parque;

La sonrisa de tu vieja, que por cierto 

es muy parecida a la tuya.

Si me acuerdo del termo con stickers,

la escenografía de la feria del libro,

las luces de la Aristides,

tu gesto prendiendo el pucho, 

tus cuadros, yo quería uno. 

Las tardes de verano en el patio,

abrir la puerta y que seas vos,

abrazarte a la entrada,

caminar hacia el almacén,

los cielos naranjas y con tormenta,

la luz del tele, tu mesa enfrente,

la perspectiva del edificio o la zona

donde me contaste que vivía tu viejo,

los peces del parque central,

el pasillo del edificio de teatro,

verte entrar por el buffet,

el susto con las pelis de terror,

cómo te quedabas cerca

¿Acaso te habrás sentido más seguro? 

No lo sé…

Sin embargo hay algo que me contenta. 

Tal vez decirlo es volver a jugar 

con dagas que apuntan hacia a mi. 

Pero no me importa, voy a soltarlo. 

Yo sé que hay detalles 

Que nadie más va a percibir de vos.

Yo sé que ningún ser va a gastar toda esta cantidad de tinta

En barrabasadas lindas y feas 

Dedicadas a vos.

Mira el bucle pasar 

Vos gastaste tinta en quien rompió tu corazón,

yo gasto tinta en vos.

Todo lo que das vuelve, 

pero no tenias que darme esto 

Que bárbaro che 

Igual todo bien 

Quien te va a querer así 

Reite, no te calentes si es la verdad 

Tal vez sea un alivio para vos saberlo

O tal vez en el fondo muy al fondo

 -porque jamás lo vas a mostrar-

Lo extrañes.