25-12-2025
Cuando todo parece borroso por las aguas que emanan de mis ojos, de mi ser, apareces tú como quien decide sumergirse y aprender a nadar.
Te recuerdo como el que será un eterno.
Nunca debí saber lo que era ser uno cuando hay dos corazones, pues ahora siento que te pertenece todo lo que algún día proclamé mío.
Mi cuerpo ya no es más mío, pero tampoco es tuyo, porque ya no hay más un yo y tú, un tú y yo. Ahora hay un ser que se ha adueñado de los dos.
Me pertenezco a ese ser, y tú también. Somos uno.
No hay fuerza que pueda dividir tan asombrosa creación.
Bienvenido a la eternidad.
La unión de dos cuerpos dejó de ser un acto físico para convertirse en algo más allá. Algo que ni los dos físicos más físicos pudieron interpretar.
Cada roce, cada caricia, cada acercamiento... todo se convirtió en la demostración de un amor que desde hace tiempo se veía en la costa.
La luz del faro en ese mar, apunta hacia el encuentro más esperado.
Las estrellas se alinearon en una ilusión más grande que lo real.
La aguja que teje las más preciadas prendas, encajó sin dificultad.
Proclamarte mío me parece incluso un acto de arrogancia. No eres mío. No soy tuya. Pertenecemos a algo más grande que dos cuerpos que habitan un tiempo y un espacio.
Somos el amor mismo, o cualesquiera forma divina que hace que todo sea como es y como no es.
Porque contigo todo es, y hasta lo que no es, tiene su sitio. Nada falta. Nada sobra.
De repente las palabras "Te amo" se vuelven el lenguaje oculto que sale solamente cuando este ser divino es creado. Ya no son desconocidas, pues se han descubierto en ese desierto de la comunicación.
Te amo.
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