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El empeño de unos pocos.

Dolbach

Dec 5, 2024

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El empeño de unos pocos.
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...

Nada cambió.

El camino que andamos.

Estamos en plena curva. Y se cierra cada vez más. Pero llega un momento que uno, viendo que no hay solución, salvo que una civilización extraterrestre aparezca de entre las sombras cósmicas y nos reconduzca (si nos dejamos); sin solución, digo, uno se aferra al instante y pone las parrillas en la lumbre

"Coma en dorada vajilla

el príncipe mil cuidados

como píldoras dorados,

que yo en mi pobre mesilla

quiero más una morcilla

que en el asador reviente,

y ríase la gente".

Y me consuelo, cuál Góngora en su andar caliente, con el disfrute del momento, dejando para tertulianos la solución del problema. Ellos que saben tanto.

¿Y cuál es ese problema? ¿No son varios?

Son incontables, claro, pero es uno, y es imposible atajarlo.

El ser humano y su jactancia, y su ambición y su ansia. Capitalismo salvaje que se cuidan de alimentar para que crezca y no acabe. Que deja libre al dinero para que campe a sus anchas, sin control ni norma que no tenga su correspondiente trampa.

Así, solo el gentío es controlado y juzgado y limitado.

Fronteras para personas mientras el Capital, tiene de orégano el monte. Que a los que manejan pensando en el beneficio solo les interesa el impuesto para pagar armamentos que defiendan su principio y su Principado. Para lo demás ni un duro, que cada uno ha de ser responsable de su vida y de su hacienda. Y pagarse educación si es que quieren tal cosa, y pagarse la cura si es que les duele algo.

Estilo yanqui, tan humano.

Y a uno, mientras degusta la pieza que recién de las ascuas vino, se le ocurre que aquí o jugamos todos o la baraja irá al río (lleno ya de porquerías). Y pienso que si no hay para maestros, que no haya para policías.

Y así se me pasa el día.

...

Otro año más, la carta a esos.

Inútiles reyes magos, este año he sido, en el aceptable sentido de la palabra, bueno, y por eso quiero pediros, como quien pide lluvia al cielo raso, que el año próximo sea en mucho igual y en mucho diferente.

Pido que a partir de ya, las noches amanezcan con estrellas y la luna a como toque (nubes que den lluvia cuando se necesite). Que los días se sucedan sin sucesos de telediario y que nos tomemos en serio hacer algo contundente contra el destrozo climático.

Quiero pediros, reyes imaginados, que si hay golpes sean de pecho y no de Estado, y que a los militares no les funcionen los rifles ni el WhatsApp. Ambos los carga el diablo.

Reyes más vagos que magos, me gusta mucho vuestro modo de existir y quisiera, si tenéis en eso influencia, que hagáis para Felipe el sexto de su nombre, algo parecido a lo vuestro. Un estar, tan solo, en el imaginario etéreo y difuso. Una insustancial no presencia. Así nos ahorraríamos algo.

También, mensajeros de Oriente, ya que nos ponemos a cabalgatas de lujo y caramelos, podríais endulzar la vida y advertir al mundo de cosas importantes, como que la gente que huye de la miseria y de la guerra no son ilegales ni merecen el desprecio de nadie por ser pobres; que pobres son porque muchos se empeñan en tenerlo todo y para eso es necesario que muchos más no tengan nada.

Sí, Melchor, Gaspar y Baltasar, este año, por una vez en vuestra puñetera existencia, que ni la primera de la que se cuenta vuestra presencia sirvió de nada, podíais hacer algo de provecho.

La Paz en el mundo sería un buen comienzo. Y que, sobrando tanto, contenedores llenos, a nadie le falte lo imprescindible.

Y avisad al gordo del traje rojo para lo mismo.

Y no os preocupéis, para los regalos a los niños ya estamos los padres.

En Torralba, a fecha de diciembre de un año cualquiera.

Dolbach.

Y diré a quien lea o escuche leer que todos debéis rebelaros. El arma está en vuestras manos.

El Sistema no quiere sabios, doctos, espíritus cultivados, críticos, liberados.

Esa es la revolución primera: pensar y no dejarse llevar por quienes desde las pantallas nos lo dan todo pensado.

Es nuestra obligación cultivar nuestro saber, que germine la cultura para que crezca el raciocinio.

Vamos por el mundo seguros de saber todo lo que nos hace falta: conducimos, podamos, tecleamos, opinamos de todo, jamás escuchamos.

¿Quién más listo que uno?

No somos, nos dejamos llevar, y así, la vida malgastamos.

Palabra de D.

Dolbach

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