El Eden

Eran las 8 PM, el cuarto, aquel toca discos y la perrita,

Abrázame, bésame, mientras ponemos aquella rolita.

Tu mirada, que me decía que podrías morir en ese momento,

No sabía cómo corresponderlo, era el momento perfecto.

Yo había escuchado del Edén, aquel lugar que era insoñable,

Que era lugar de tentaciones, de acciones impensables.

¿Era el lugar perfecto o el lugar de seducción?

Tal vez para ti sí, era tu lugar perfecto; para mí, fue mi lugar de destrucción.

Fui testigo de ese lugar, nunca nadie me procuró así.

Pero ¿qué hace un mortal con ese sentimiento? Fallé, y sí,

Caí bajo, fui desterrado de esas tierras, de ese encanto,

La decisión más difícil: caí en ese acto.

Vivo con el tormento de tu fantasma, tu voz que asusta,

Y en el destierro probé la fruta prohibida: Afrodita.

Pero ni el demonio más hermoso saca el hechizo,

Porque mi ángel del Edén no lo supera ni el mismo ocaso.