La cordura y la razón se escapan de mi enfermo ser.
Se van, no lo piensan, no lo meditan, lo ignoran.
Pero, ¿qué derecho tengo, si de mí poco se vale salvar,
si en mí las cosas perecen? Entiendo, también huiría.
Pero si de mí nada sirve, ¿qué es de mi ser aquí?
¿Es acaso preciso intervenir en el oscuro final?
¿qué puedo esperar de una vida sin manual?
¿qué puedo esperar de mí, de ti, de ellos?
La cordura y la razón al fin se han marchado.
Se han ido, extrañando lo que fui, repudiando lo que soy.
Y yo sigo aquí, sin cordura, sin razón, sin vida.
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