"Nada es para siempre" sonaba de fondo en la heladería. Y no era casualidad. Ahí estábamos, después de una historia que se volvió tormentosa poniendo punto final.
Tenía apenas 20 años y esa sería mi primera de varias separaciones.
No olvido lo que sentí, esa sensación de que el dolor nunca va a pasar.
El primer amor diluyéndose y dejando su huella. La letra triste de una canción acompañando.
Aunque todo pasa y el dolor tampoco es para siempre. Lo aprendí tarde, en mi duelo más difícil, con 31 años.
Hoy, años después de proponerme no volver a caer, atravieso mi duelo número mil... Esa sensación de tristeza vuelve a curtirme la piel.
Esta vez, ya lo sé. Va a pasar. Solo es cuestión de tiempo.
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