Había una vez, una familia que vagaba, sin un hogar donde dormir, hasta que se encontraron con unas ruinas: El antaño hogar parecía haber sido víctima de un incendio, pero parte de sus paredes y techo aún le proporcionaban un rincón adecuado para resguardarse. Al pasar la noche, se dispusieron a explorar a más profundidad las ruinas, donde encontraron un libro muy particular: Tenía un cerrojo, ya inútil, gracias a las quemaduras, por lo que posiblemente se tratase de un diario. Por si eso no fuese poco, la portada y contraportada se lustraban impecables, invencibles; sus páginas, sin embargo, habían sido completamente chamuscadas, y solo una de ellas perduraba lo suficiente como para escribir en ella, pues estaba en blanco.
El padre de la familia se dispuso a escribir "Gracias" untando un poco de tinta que traía consigo, en su dedo; al pasar al día siguiente, la página se hallaba en blanco de nuevo.
Pasaron los días, y ya con una pluma, la niña de la familia sintió curiosidad: Tomó una pluma que le consiguieron sus padres, y escribió "Es muy lindo" ¿Quién era muy lindo? ¿Yo? ¿Un chico? ¿Un animal? No es que importe, pues esta página estará vacía mañana, de nuevo.
Algunos meses pasaron desde aquel entonces, y la madre de la familia, que ya prosperaba, colocó la pluma sobre la página, siempre blanca, expresando una sonrisa nostálgica. "Pasó mucho tiempo desde aquel entonces, pero volvemos a ser felices" Desde luego, pasó mucho tiempo, pero yo no he vuelto a ser feliz...
Entonces pasaron los años, las décadas... Se construyeron muchas casas alrededor, pero las ruinas donde resido siguen igual de desoladas, solitarias. He escuchado que se esparcieron rumores sobre mí: Soy el libro maldito de este hogar destruido, porque nada perdura en mi página por más de un día.
Y antes de notarlo, pasaron siglos incluso... Mis alrededores se han convertido en un pueblo pescadero muy próspero, y mucha gente viene a visitarnos, precisamente por el rumor que me rodea. Se ha vuelto algo común escribir en mi página cuánto odian a otras personas, o los errores que cometieron ¿Cuál es el problema con ello? Después de todo, nadie se enterará, pues mi página se borra sola al terminar el día.
He perdido la cuenta de cuánto tiempo pasó, pero esta mañana no tiene nada de distinto a las demás: El sol me ilumina poco a poco, conforme su radiante luz penetra la ventana rota, y por la puerta de atrás entra... ¿Una niña? No importa, veamos qué escribe.
Al fin pude venir a este lugar... Siempre me dicen que está maldito, que es peligroso que una niña venga a este lugar...
Llegó la siguiente mañana, y como siempre, mi página está en blanco, y alguien más viene a visitarme... ¿Es esa niña, de nuevo?
¡Que bien! ¡Pude volver! Los vecinos insisten en que no venga, pero me gusta tanto este lugar, que aprendí a escabullirme. Me pregunto si soy una niña mala...
Con la siguiente llegada del sol, desbordando desde la ventana rota, la misma niña aparece una vez más...
La gente del pueblo me habló de la supuesta maldición ayer... ¡Y es cierta! ¡Tus páginas siempre están vacías! Así podré venir a escribir algo, todos los días ¡Así no volverás a estar solo!
¿Estar solo? ¿Yo? Nunca lo había considerado. Los días continuaron, y también las semanas, pero esa niña... Aún no desaparece, sigue viniendo, día tras día, y hoy, por primera vez, aparece antes que las luces del sol, atravesando la ventana.
¡Hoy no pude esperar más! Un señor muy ancianito me contó mucho sobre libros... ¡Incluso sobre ti! Dice que eres algo raro, pero que eres un diario; cuando le pregunté, dijo que un diario era donde alguien escribe sus pensamientos, todos los días ¡Yo lo hacía antes de saberlo! Así que, de ahora en más, empezaré escribiendo al decir "querido diario"
Mientras veía a la niña alejarse, lentamente, sentí el impulso de llorar ¿Pero cómo podría? Soy un diario, lo había olvidado... Se supone que escriban en mí a diario, por eso mi página se borra; se supone que esté al lado de alguien, todos los días... Por primera vez en mucho tiempo, deseé que mi página no se borrara, pero no importaba realmente; al ver el sol, otra vez, la niña estaba ahí.
Querido diario: No me atrevía a preguntar mucho porque todos me miraban de manera triste al hacerlo, pero hoy me decidí y pregunté, a mucha gente, sobre eso que los demás niños llaman "mamá y papá"; nadie me contestó, es extraño... ¡Pero no importa! Me dieron mucha comida, como siempre, y pude dormir en la casa de una señora muy amable.
La niña también está sola, y sin embargo, se mantiene tan fuerte... No importaba que piense en ello hasta el próximo sol, porque de todas formas, ella estaba aquí.
Querido diario: No te lo quise contar antes porque pensé que estarías celoso ¡Pero siempre duermo en una casa distinta! Es muy divertido, conozco a mucha gente y siempre me tratan muy bien... Quería llevarte conmigo para que no estés solo, pero todos me dicen que no, que hay cosas que es mejor dejarlas donde pertenecen... No lo entiendo ¡Pero me decidí! Algún día voy a dormir aquí, contigo.
Pasé el resto del día pensando en lo que escribió, y por primera vez, quise que la luz del sol nunca atravesara esa ventana tan rota. El tiempo se movía, y pasaron los años... Aquella niña creció para convertirse en una señorita hecha y derecha, y con el paso del tiempo, se decidió a la tarea de reconstruir estas ruinas. Por supuesto, la tarea habría sido demasiado para ella sola, pero los días pasaron, y los demás integrantes del pueblo la ayudaron; ella no lo pidió, ni ellos se ofrecieron, todo sucedió sin necesidad de palabras. Tras el último de aquellos laboriosos días, donde colocaron el vidrio de la ventana, el sol ya no iluminaba tanto; a pesar de que no importara, aquella niña no apareció: Ya no era ninguna niña, y ya no necesitaba venir, porque durmió aquí, a mi lado.
Querido diario: ¡Al fin terminamos de reconstruir este lugar! Todos fueron muy amables, me ayudaron por voluntad propia ¡e incluso, dejaron de decir que estás maldito! Ahora, al fin podré dormir a tu lado cuando quiera, y no tendrás que pasar frío ni calor... A veces, me preocupaba que te pase algo cuando llovía, que tu última página se mojara y no pudiera volver a hablarte... Ha pasado mucho tiempo desde ese entonces ¿No? Aún recuerdo cuando...
Ella dejó de escribir repentinamente, al notar que mi página estaba llena ya. Sonrió mientras cerraba los ojos, y por primera vez, escuché su voz:
Creo que es la primera vez que lleno esta página, pero no tienes más... ¡Ya sé! ¡Puedo simplemente hablarte! ¡Llevarte conmigo y conocer el mundo juntos!
Mi portada sintió un escalofrío al oírla decir eso... Estaba emocionado; por primera vez, y a pesar de saber que era un diario, no quería que escriban más sobre mí, quería que esa página se mantuviera llena por siempre, para que ella nunca se aleje.

Clemente Cristian
Absorbido en el aburrimiento de lo cotidiano, siempre busco explorar mundos ficticios, o discutir las bases y fundamentos del que decimos conocer.
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