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    El día de la mariposa

    Jan 31, 2025

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    Cerrás el libro y te quedás ahí, tirada en la reposera, mirando a la nada. Afuera el sol pega fuerte, hace un rato salí de la pileta e igual ya tengo calor. Siento que tengo que hacer algo, moverme, aunque sea cambiar de posición. Pero no puedo, siento el cerebro mudo.

    Así me siento después de leer La encomienda. Creo que me quedé pensando en la protagonista, que no hacía mucho y poco salía de su casa. Pero en su cabeza pasaba de todo: sufría, se enojaba, tenía diálogos enteros con gente que no estaba. Inventaba escenarios, se desgastaba en pensamientos que nunca llegaban a ser nada.

    Es raro, pero es uno de esos libros que te deja a vos misma atrapada en la historia. Quizás porque hay un cierto reflejo en eso de enroscarse en ideas que no existen en el mundo real. Dándole la vuelta a pensamientos y preocupaciones que nadie más conoce porque solo existen en tu cabeza. ¿Cuántas veces perdiste tiempo así? ¿Cuántas oportunidades pasaron de largo porque estabas demasiado ocupada pensando en lugar de hacer?

    La protagonista perdió amigos, vínculos, hasta la chance de crecer profesionalmente y viajar. No porque alguien se lo impidiera, sino porque se quedó atrapada en lo que pensaba. Y ahí es cuando decís 'che que onda?'.

    Porque es así: lo que no se convierte en hechos, lo que no se materializa, son solo ideas. Y a veces, puras patrañas.

    Pienso en cuánto me pasa lo mismo. Aprendo que al final, la única forma de salir de esa calesita es no darle más vueltas, optar por no intentar agarrar la sortija. Es momento de levantarte de una vez y hacer algo. Lo que sea. Pero hacer.

    Me levanté y en un impulso, me tiré otra vez a la pileta.

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