mobile isologo
    buscar...

    el destino era un nombre

    greta

    May 4, 2025

    52
    Empieza a escribir gratis en quaderno

    En el intento por desentramar lo que llevo dentro como indeleble, veo que quizás muchos de mis miedos tienen de destinatario a un fantasma, el pasado. Confieso que he recurrido muchas veces en maneras nostálgicas, pero cuando me veo presente en este futuro que es el hoy, comprendo que no hay un espacio real para el pasado, y aún así, prevalece como un hedor insoportable. 

    Ahora bien, en el intento de localizarlo en este presente romántico, me doy cuenta de que, simplemente, es autor de realidades alternas que nada tienen que ver con lo que mi realidad es hoy. Se aparece como ideas, pensamientos intrusivos, mentiras sobre un sujeto amado al cual estoy intentando entregarle de mi lo bueno que quedó de las experiencias pasadas. Uno pasa mucho tiempo rearmandosé para darse cuenta de que las cicatrices de lo que no pudo ser resuelto van a florecer ante la posibilidad de la extinción frente a una mano que quiere exterminar tantos miedos. Si pudiera definirte, etiquetarte o al menos encasillarte en una idea, probablemente sería en la del recomienzo. Es evidente que la vida empieza solo una vez, pero los procesos probablemente recomienzan infinitamente hasta que uno deja de habitar lo terrenal.

    Una vez alguien me dijo que hay que cambiar las palabras con las que uno define su vida; la mente no distingue entre lo que es verdad y lo que no. Pareciera que uno tiene que entrenarla para que no nos engañe ya que, por lo general, se ha vuelto un arma contemporánea de tortura. Lo digo como testigo. He visto los momentos más sanos y pacíficos de mi experiencia mundana empañados frente al fantasma del quizás basado en experiencias pasadas, o traumas. Alguien más dijo que a quienes tenemos en el presente le debemos nuestro futuro, no el pasado. Quizás no debamos nada, pero es dificil pararse ante un otro limpio, puro, y aún cuando son pocos los que expectan eso, temo no surgir como una persona pulcra ante el otro. Pulcra en un sentido psico-emocional. Con esto quiero decir, que cuando me enfrento al sujeto amado que hoy acompaña mis días, veo en mi un esfuerzo permanente por redefinir mi noción del amor, mis constructos basados en simples experiencias. Aquí las cosas ya no significan lo que alguna vez significaron, sino que estoy frente a otro lenguaje, a otro destinatario.

    Durante mucho tiempo, la mentira era un miedo con el que enfrentaba las relaciones, y no seré inocente de pensar que no existen las mentiras en las relaciones, pero quizás aquí no se han dado como una normalidad. La omisión es la excepción, lo cual me lleva a tener que pararme como un sujeto dispuesto a la verdad. Por mucho tiempo, me paré con un escudo para enfrentarme al amor como si fuera la guerra. Entonces es probable que se entienda mi sorpresa cuando tuve que habitar el cariño como quien se sienta a disfrutar de un picnic en el campo, rodeado de silencio, paz. Y eso que pensaba que quedaría como una constante en mi idea del amor, hoy es solo una memoria de algo que quizás tuvo la forma de cariño para mi. Y es que me estoy enfrentando a un entramado de cosas tan distintas que me cuesta pensar siquiera que antes experimenté el amor. Me siento tan sana, tan nutrida por la compañia de un otro que simplemente está feliz por habitar un poco la existencia al lado mío. Desde que estoy acá todo se siente menos serio, más ameno, necesario. 

    Habitar la paz en el mundo en que vivimos suena inocente, hasta un poco soberbio. ¿Quién puede disfrutar del silencio en un contexto de tanta turbulencia? Y quizás por eso estoy acá escribiendo, porque encontré los ojos que me dan la paz que nunca pensé que me iba a calmar tantas dudas y angustias que ni siquiera generó. Y si tuviera que mirar atrás, preguntarme cuándo fue el momento en que me di cuenta que era acá, no sabría donde señalar porque para mi fue tan orgánico como quien se levanta una mañana y simplemente ya no siente el dolor de la ausencia. 

    Y frente a esto, es inevitable preguntarme si soy suficiente para este presente de persona que me acompaña. Creo que es una respuesta que nunca podré darme de manera honesta, sin entrometer ideas y traumas. Simplemente espero que donde exista la libertad de permanecer, haya un otro que quiera que la permanencia sea tangible conmigo. Creo que siempre prensé que quería que me llenaran de preguntas para que el hambre de vida que tengo nunca cesara, pero hoy simplemente siento que lo que quería es permitirme la duda con la misma libertad con la que me permito la respuesta. Entendiendo que nada es absoluto, y aún así, puede movilizarme.

    He vivido todo tan obsesivamente, como si el mañana fuera el fin de todo. Él me ha dado una respuesta en forma de rutina, de disciplina, de una cotidianeidad que me da la libertad de querer permanecer. Y para mi, que quise huir de todos lados como quien no quiere enfrentarse a la realidad, verme queriendo sentir lo que establecerse genera, me parece algo revolucionario. No en los términos que uno piensa, no en lo caótico, sino en lo colectivo del proceso de estar frente a un otro y que la complicidad una lo que no une la diferencia. Porque creo que puedo vivir sin las respuestas que busca la humanidad si al lado tengo quien me elija. 

    Le temo a lo genuino. ¿Qué es auténtico en la emocionalidad? Si los sentimientos en mi arrasan como una tormenta. Le temo a la inconsistencia con la que he habitado este mundo. Temo que sea así en todos, que en definitiva lo que motiva a un tercero a permanecer, simplemente desaparezca. Y sé que puede pasar, sé que es parte, y le temo. Aún cuando casi siempre he sido yo la que no ha podido permanecer. Creo que le temo a lo que se gesta cuando uno ya no puede mirar a un otro con ojos de verdad porque en el fondo hay una raíz de caducidad. Y yo que nunca he sido testigo de cómo uno deja de ser amado, pero si he sido quien dejaba de amar, no sé si puedo someterme a ver como un otro simplemente elige no elegirme. 

    Y tengo miedo, mucho. Cada vez que deposito mi cariño, temo que en el otro surja la respuesta que surgía cuando mi corazón irresponsable desplazaba gente como si fueran descartables, aún cuando en cada cuerpo había un mar de procesos, emociones, e ideas. Lo que quiero decir con esto es que frente a la posibilidad del fin, espero que simplemente no sea como lo es para mi. Y que seas un espejo me asusta más aún porque lo más probable es que todo esto que suena a pensamiento intrusivo, en algún momento sea la realidad que derive en noches atosigantes de lágrimas y sostenida tristeza.

    Sin embargo, aún con todos esos miedos encima como mochila, he decidido ser honesta conmigo misma, y aceptar que acá estoy en otro cuerpo, en otro sistema. Estoy construyendo otro puente, con las mismas manos adoloridas, pero es otro puente. Me enseñaste mucho sobre lo que une a dos personas, y ahora solo quiero ser partícipe de tal proceso, no como espectadora, tampoco como premonitora de un futuro incierto, sino como protagonista, o mejor dicho, co-protagonista, porque te quiero de compañero. 

    Y si al final la vida es un eterno retorno, estaré dispuesta a atravesar todo de nuevo por un minuto de paz en tus brazos que me sostienen como si en el fondo no importara que me desmorono cada vez. Me veo reconstruida en tus ojos que no me deben nada pero que han revalorizado cada instante que creí destruido.

    A veces temo que cuando me mires solo veas los fantasmas que me constituyeron, pero después me acuerdo que también son parte de lo que has elegido amar cuando me miras. Y sé que no queres que sea perfecta, que somos un equipo y que todo esto parece una aventura al lado tuyo, pero quizás es que hoy soy aprendiz de algo que no conocía. Para vos es todo tan natural, tan fácil, como si supieras lo que haces, como si cada paso que das no tuviera el peso de la herida. Y sé que no es así, porque los fantasmas nos habitan a todos por igual. 

    Lloro porque quizás simplemente estoy liberando todo el miedo que siento, porque ¿y qué si mi vida si puede ser una constante al lado de alguien que me quiere? ¿qué pasa si quizás el para siempre si es para mi pero lo esperé en brazos que solo querían intermitencia? ¿qué pasa si en realidad era yo la que no podía permitirse el para siempre porque no me sentía lo suficientemente valiosa para tal cosa? Y a todo eso solo le puedo responder un nombre, y que alivio que sea el tuyo.

    greta

    Comentarios

    No hay comentarios todavía, sé el primero!

    Debes iniciar sesión para comentar

    Iniciar sesión