Me visita una sensación muy extraña,
de melancolía cálida,
de una familiaridad de antaño.
Una sensación de libertad pesada,
de una soledad contemplativa.
Algunas noches se siente como una resignación.
Otras, como el descubrimiento de la puerta que flota sobre el mar.
Será que no conozco aún el fondo del vacío
y en realidad sigo cayendo.
Quizás conozca tan poco la calma
que se siente como una gran ausencia.
Quizás simplemente estoy tan acostumbrada a la ausencia
que finalmente encontré algo de paz.
Me visita una sensación de falta cansada,
pero me abraza.
¿Debería casarme con ésta falta?
Quizás así se siente estar adormecida.
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