Es cómico es que en la biblia la personificación de Satanás sea una serpiente sabiendo que nos han enseñado provenimos evolutivamente de los reptiles. Nuestra naturaleza es venenosa. Quizás esa serpiente hablándole a Eva sea una manera de conceptualizar la transformación de reptil tóxico a humano autodestructivo, y una vez siendo un individuo "pensante" distinto a las demás especies del planeta, una metáfora tan sencilla como comer del fruto prohibido tiene todo el sentido del mundo: no hay razón para la estupidez humana, pero está tan enclaustrada a nosotros que nos corroería por dentro no recurrirla.
¿El fruto qué simbolizaría?
Más allá de la diferenciación del bien y del mal, habla de la capacidad de razonar, de pensar, y de darnos cuenta que el sexo no es netamente reproductivo o instintivo, sino también placentero. Ahí apareció el origen de todo, con la mujer encadenada a esa caja de pandora destrozada.
Eso nos acercó más a los animales y nos alejó de lo “divino” (entendiendo por divino todo lo que carece del hambre de anhelar). Alimentamos nuestros impulsos y nos dejamos llevar del placer de las sensaciones. Si se supone que dios nos creó, quizás sí se sentía iracundo al saber que su creación de a poco se parecía más a él pero, al mismo tiempo, se alejaba.
A lo largo de las escrituras nos presentan a un dios con sensaciones humanas: amoroso, melancólico, vengativo, rencoroso, explosivo. Entre sus visitas a la tierra dios bajó de su pedestal para incomodarse al ver que los humanos eran tan falibles como él. Seres imperfectos con defectos letales que podían bordarse a sí mismos a la locura, por lo tanto, con Caín y Abel, solo determinó por sí mismo la distinción entre un ser humano amado por él y el otro tipo de ser humano que él aborrecería. Algunas teorías del paganismo afirman que Caín era, en realidad, producto de la fecundación del primer encuentro que tuvo Eva con el diablo y que al saber todo esto le rechazaba tanto, el desprecio como emoción también humana.
Así como él, Adán y Eva crearon vida, pero no solo eso, estos otros humanos venían con su propia carga, y esta nueva generación de personas parecía no solo tener curiosidad de él sino también no temerle. Para cuando Caín murió siglos más tarde ya había dejado un linaje lo bastante extenso como para que su pasado genético fuese recordado y lo mantuviera vivo aún sin corazón latiendo. A Caín se le ve presente en cada asesino que destruye, en la sangre de un inocente, en el puño de un luchador, en la mujer que miente, en el marido que engaña, en todo humano. La carne desaparece, pero parte de uno mismo queda fragmentado en los demás, ya sea biológica, psicológica, o espiritualmente, y a eso es a lo que se le podría realmente conocer como: vida eterna.
Si hasta el mismísimo dios mata, su creación no podría estar lejos de esa vertiente, y eso es lo que él no soporta, porque al ver a Adán y Eva, esposos, siendo conscientes de su propia desnudez, veía también lo que esa vergüenza podría desencadenar en miles de años futuros, porque él, que todo lo sabe, ¿no? Esa verdad debía tragársela, dejársela a sí mismo, y alejarse lo más antes posible, porque querer repararlo era también admitir su equivocación, admitir que también podía tener fallos, admitir que también era humano.
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