De pronto todo se hizo blanco, las paredes desaparecieron y comencé a respirar. Todo se volvió puro en la humanidad contaminada por mi propia vigencia en las piedras. En la lejanía aparece el retrato del abismo y otra persona contemplando el pequeño cuadro. ¿Cómo entiendo el abismo? No se si lo entiendo, solo puedo mencionar que el sin fin de palabras que logre emanar como producto del habla nunca será suficiente para describirlo. Hoy mismo quisiera caer al abismo, no tengo razones para mantener mis pies en tierra firme. Esas hojas habían elegido marcharse con el viento que las arropaba. La cornisa es el elemento anterior al precipicio, es el placer que genera hundir el cuerpo en el mar de fuego que implica la instancia de vivir el presente afectado por el pasado. Caer me permitiría la sensación que tanto añoro: viento en la cara, sensación de vida. Sería quizas un nuevo comienzo aunque resulta imposible pensar en vivir sin el pasado. No se trata de añorarlo, se trata de atesorarlo y devolver la sonrisa al recuerdo. Ahora le hablo a usted, lector. Recuerde que su presente es la consecuencia del pasado, nunca olvide que su experiencia marca la precisión del tiempo que se le avecina. Y aquello que ya le sucedió es una línea mas en su historia, de ella tendrá que rescatar el complejo minuto que más vida le dio.
¿Está en sus remembranza el hecho de que acudí a la sesión de observación de un muchacho contemplando el retrato del abismo? Déjeme contarle lo siguiente, cuando me aproximé al cuadro, recuerdo haberlo visto de color blanco, de hecho enuncié: "Casi tan blanco como el escenario en el que estamos" y el, ahora compañero de espacio, respondió: "¿Blanco? Es negro, todo aquí es negro. ¿Estás bien?". Mis ojos entendieron el paisaje según su antojo. ¿Rodeado de blanco o rodeado de negro? ¿De qué color es el abismo?. Floté por la superficie hasta encontrar una respuesta. Abracé todos los libros que encontré, agoté la capacidad de mi cerebro en intentar entender el suceso que me encontraba tan perplejo. Sin embargo el tiempo pasó y desperté.
El abismo tiene el color que usted posea en el contexto que lo arropa. Algún día lo verá como una puerta que querrá abrir, mientras que en otras ocasiones será la cadena que no quiere romper. Cuando crea que esa instancia es la que quiere, quizas lo vea puro y blanco. Pero cuando su camino quiera desviarse de él, quizas le vea negro.
El abismo no implica la muerte, pero si todo aquello que involucra sus pulsiones. Es toda aquella acción que lo aleje de aprender del pasado, no leer su texto porque teme a la posibilidad de haberse equivocado y tener que comulgar con su nuevo proyecto: Usted.
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