Érase una vez, en una ciudad no muy grande, porque aunque no lo crean, también suceden grandes cosas ahí, un lago lleno de hermosos cisnes y encantadores y amigables patos.
Uno en especial, logró hacerse gran amigo de el más bello de todos los cisnes.
Y era una amistad bastante equilibrada,
Claro, si piensas en el ego de Cisne, y la humildad del momentánea de Pato.
Pasaban todas las tardes y días de primavera juntos, hablando sobre sus experiencias y filosofías de vida.
Cisne siempre contaba infinitas anécdotas, en las que cada vez que él salía a pasearse por el lago, todo aquél que pasara, se detenía a admirarlo, tomarle una foto, o incluso dibujarlo.
Era el protagonista de muchas historias. Cuando salían a nadar juntos, Pato sentía la ferviente adoración con la que la gente observaba a Cisne, y aunque no quisiera admitirlo, empezó a sentir un poco de celos.
Pasó el otoño y llegó el invierno, uno de los más helados que habían pasado hasta ahora. No era para nada recomendable intentar visitar el lago, pero el propio ego de Cisne, lo obligó a dar un paseo por el congelado lugar, para ver si por allí pasaba, algún admirador suyo.
Luego de un rato, y ver que nadie llegaba, el frío ya era insoportable, Cisne decidió irse. pero sus patas se habían adherido al piso helado, y fue su perdición, porque por más que lo intentó con gran vehemencia, no pudo escapar, de una lenta y casi poética muerte. Su propio ego fue causa de su perecer.
Luego de unos días, Pato comenzó a preocuparse al no ver a su amigo, así que fue a buscarlo al lago, para su gran sorpresa y tristeza, encontró el cuerpo sin vida de cisne, rodeado de rosas y todo tipo de flores de diferentes colores, su belleza permanecía inmaculada.
Gente pasaba y veía el cadáver de su amigo con gran tristeza, y dejaba algún tipo de ofrenda. Porque a todos les parecía una gran tragedia que tan maravilloso ser, tuviera un fin tan trágico.
Y en la dolida mente de Pato, surgió una idea peligrosa, suicida más bien.
Decidió que si su difunto amigo recibía mucha más atención en la muerte que en la vida, él también podría lograrlo.
Todo lo que anhelaba, era ser admirado, por más que le costase la vida. Así que una noche fría, visitó el lago, y se dedicó a esperar su fin, sin ningún arrepentimiento. Valdría la pena cuando recibiera y miradas cargadas de penas.
Recibió la muerte, con gran paz y serenidad. Al día siguiente, cuando la gente fue a patinar al lago, encontraron el inerte cuerpo de pato, y solo lo miraron con desagrado. nadie se atrevía a sacarlo, o tocarlo. Llamaron a servicios de animales para que se encargaran de eso.
El cuerpo sin vida de Pato, terminó en la basura, en la inmundicia. Sin flores o miradas tristes. Su anhelo de admiración le había costado su vida en vano. Solo nos queda preguntarnos, que habría pasado si Pato hubiera sido consciente de que, tristemente, la belleza es todo, o al menos gran parte del trabajo.
Probablemente seguiría entre nosotros, intentando vivir una vida que no era la suya.
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