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    El cielo lloró

    Jun 14, 2024

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    El clima es húmedo y tormentoso, como yo.

    Las calles están llenas de felicidad, las personas andan como si se muriera el mundo, y yo, sentada, cómoda, fugaz, triste, deprimida, en un parque cerca del centro.

    Y todos tratan de ayudarme, y yo sólo quiero irme, no entiendo por qué, si después de todo, todo lo pude sola.

    Porque esta vez están todos, todos tratando de ayudarme.

    Ahora mismo tengo un nudo en mi cuerpo completo y lloro rodeada de hojas verdes y lejanas personas. Gigante como nube crece en mi garganta, y no entiendo por qué, ni sé de dónde vino o cuando apareció o si nació conmigo.

    Todos están tratando de ayudarme, y yo también, pero no entiendo, lo intento, porque ha de aparecer a cada rato.

    Y lloré, fumé, y te extrañé, y pequeños golpecitos caían sobre mi rostro ya lleno de sal, y el cielo lloró también y se derrumbó sin más, sobre la ciudad, sobre el parque, sobre mí.

    La mayoría huía tan rápido como un caracol y yo lloré y anduve llorando con el cielo que sin aviso golpeó con pequeñas piedrecitas.

    Dolía tanto como saber que el cielo lloraba, como saber que todos ya lo notaban. Quise bajar a la tierra y dejarlo solo, con su angustia, y mientras buscaba qué hacer en la gran ciudad, me topé con un viejo bar, polvoriento y oscuro; sólo le llegaba la luz de un pequeño foco casi muerto parpadeante, tres veces y frenaba, y tres veces y luego no.

    Y como toda cosa curiosa y también oscura y vieja, entré; me senté en una mesita junto a una columna de madera que había en medio del bar. Y mojada, perdida, saqué mi cuaderno y mi birome rojo que escribe en azul cursiva.

    Me atendió una joven de mi casi misma edad, divertida, esbelta, concentrada, que me miraba como si no hubiese visto jamás caer lágrimas.

    Le pedí enseguida un café negro y comencé a escribir. Garabatos en realidad o no sé, algo. Buscaba la línea, la frase, la coma, que abriese mi mano y la pusiese a trabajar.

    De fondo, el silencioso bar me distrajo, en un incógnito barullo, de mi cuaderno. Levanté la mirada por sobre mis lentes y noté que el bar se había llenado de gente mojada con sus cosas mojadas.

    Le di el último sorbo al café y me dije <Si después de todo pude sola, sí, todo pude sola.¿Por qué ahora?>

    Y luego no supe qué pensar, si la gente mojada hundida en sus mesitas polvorientas oscuras eran reales o ya me había metido en mi mente. Todos escribían tan rápido con sus bocas mudas y yo igual de rápido que ellos, vestida de rojo, de rojo azul cursiva. Al mismo tiempo que el cielo se recomponía lentamente.

    ¿Por qué todos quieren ayudarme?

    Porque todo lo pude sola.

    Y de repente todo brilló y se desvanecían las sombras que rápido escribían y el bar se esclareció y se limpió la mugre, y las gentes ya no andaban firmes y rápidos.

    Y yo seguía mojada, angustiada, cansada, con las manos llenas de rojo azul, con la nube en la garganta pérdida

    No encuentro a quién o qué desate esta tristeza, será que ya sola no lo puedo todo o todo sola ya no lo quiero.

    esclavadelapoesia

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